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lunes, octubre 31, 2005

Cárceles en manos privadas

Por Miguel Ángel Albizures

Como si poco fuera el poder que algunos presos tienen en las diversas cárceles del país donde no se mueve un policía ni un preso sin el visto bueno de quienes ejercen el control, ahora viene el ministro de Gobernación, Carlos Vielmann, a proponer la privatización del sistema penitenciario, lo que demuestra la aceptación de incapacidad para su control y la falta de planes concretos para que, desde el Estado, se transformen profundamente las cárceles que hoy en día, tal como lo señaló acertadamente elPeriódico en un editorial, “son meras universidades o academias en las que los delincuentes se especializan en el crimen”.


A la vez, el señor Ministro no pierde tiempo para insistir en la aprobación de la Ley de Concesiones para proceder con las cárceles como se ha hecho con las carreteras, cuya diferencia es abismal, y ha sido un desangramiento diario a los guatemaltecos y un alto enriquecimiento de la transnacional que recibió la papa pelada, mientras el pueblo paga el endeudamiento que trae consigo. Solo falta que a la hora de las licitaciones, los mejores postores sean miembros del crimen organizado cubiertos con el manto de la impunidad que da cualquier empresa creada con esos objetivos, tal como ha sucedido en transacciones ilícitas hechas por funcionarios en instituciones del Estado.


Continuar con el camino de las privatizaciones iniciadas a gran escala por el PAN en tiempos de Arzú y continuadas por la Gana -que viene siendo lo mismo y favoreciendo los mismos intereses–, es lo más fácil para quienes consideran la iniciativa privada como la forma de mejorar los servicios y no como la forma de encarecerlos y aumentar las ganancias de los nuevos dueños. Ejemplo claro y contundente lo tenemos en Deorsa-Deocsa que, no solo ha prestado un pésimo servicio y utilizado los recursos naturales, sino que ha hecho lo que le viene en gana sin que el Estado intervenga para proteger los intereses de los usuarios que son esquilmados impunemente.

Las organizaciones sociales han hecho el esfuerzo de trabajar un anteproyecto de ley para el sistema penitenciario que fue presentado al gobierno con el ánimo de aportar propuestas. Sin embargo, el vicepresidente Stein señaló que era muy bueno el proyecto, pero irrealizable, por los costos que suponía implementar un proyecto de esa naturaleza. ¿Será que es más barato privatizar? En todas las concesiones que se hacen hay formas de que la iniciativa privada recupere dinero y saque ganancias, seguramente no aceptarían si no fuera negocio. Entonces, si se concesionan las cárceles, ¿de dónde va a salir la plata? ¿El Estado va a dar los fondos? Porque en las carreteras se cobra peaje... ¿será que se va a cobrar el ingreso y no entra el que no pueda pagar? Ahora resulta que los presos ya no van a pagar para salir sino para entrar. ¿Quién se va a beneficiar con esta privatización? Cada preso tendrá su costo y ese costo lo pagará el pueblo.

La privatización no es sólo el reflejo de la incapacidad y el fracaso de la administración actual, sino uno de los puntos medulares del neoliberalismo a ultranza apoyado y estimulado por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, atentos a conceder los préstamos leoninos para facilitar a los Estados la entrega en manos de la iniciativa privada para enriquecerse de aquellas concesiones que les permitan recibir, recibir y recibir sin pérdida de tiempo.


Fuente:
www.elperiodico.com.gt

lunes, octubre 24, 2005

La recordación de una izquierda nostálgica y el asueto de una burguesía a sus anchas: El 20 de octubre

Por Mario Palomo

Ya basta de quejarse de los “excesos” del capital; una crítica de lamentos no busca más que crear un capitalismo más equitativo, concediendo al capital la capacidad de adoptar una lógica de desarrollo benevolente. El capital necesariamente constituye un “exceso” en su explotación del trabajo: lamentarse de ello Significa que no se comprende su constitución social.
Werner Bonefeld, Sergio Tischler


En honor a la verdad, no me gusta conmemorar la revolución del 20 de octubre. Tampoco me gusta participar en las liturgias de la petrificada identidad de la izquierda guatemalteca, por mucho que sea buena oportunidad para ver y compartir con aquellos hombres y mujeres que uno sabe se han curtido el físico siguiendo el más noble deseo de acabar con la explotación y la injusticia troglodita en éste hermoso y malhadado país.

Me parece inútil –cuando no fariseo- asistir a las marchas conmemorativas con el sólo objeto de encontrarse con los de la foto, para verse y escucharse gritando las lisiadas consignas de hace treinta años; desde el trébol hasta el parque central, a la misma hora en que la apartadísima y candida oligarquía se despabila despreocupada, o va ya rumbo al chalet en la costa sur. Puro performance de posmo-izquierda.

Si a la izquierda sólo es posible encontrarla en misa, es mejor y más honesto no encontrarla en absoluto. Conmemorar es un acto de recordar nostálgicamente, es una suerte de momento de duelo, de pensamiento post-mortem. Es por eso que no me gustan las conmemoraciones, las misas de réquiem; ¿acaso han desaparecido la injusticia y la explotación como para pensar la lucha y la necesidad de la misma en tiempo pretérito?

La Guatemala de hoy es más injusta, más excluyente, y más pobre que hace 61 años, y sin embargo, nunca como ahora la oligarquía ha gozado de tanta holgura, de tanta tranquilidad, a tal punto que se permiten ser condescendientes con los reproches inofensivos de la izquierda institucional, y con los de toda la mediocracia oenegera.

Al fin de cuentas, a la oligarquía y a toda su comparsa de testaferros políticos les es conveniente ceder espacios para que la sociedad canalice todo su descontento y su frustración de la manera más ordenada, alejada y menos molesta posible. El 20 de Octubre, el 1ro de Mayo y todo el resto de fechas de la romería izquierdosa, al no inscribirse en una actualización permanente basada en objetivos concretos de transformación social, no pasarán de ser actividades sociales de recreación, más parecidas a las kermeses escolares o, a las mañanas deportivas.

Alegre, lo que se dice alegre será asistir y ser parte del país que decide dejar de ser una gris sala de espera para nacerse sin excusas contra la soberbia y el hartazgo. Entonces nos juntaremos de veras a celebrar un presente que estará libre de envidias por el pasado, ya que se será un presente lleno de futuro.

www.albedrio.org

lunes, octubre 17, 2005

“Stan” y los modelos ultra-liberales

Por Irmalicia Velásquez Nimatuj

A pesar de que el suroccidente de Guatemala enfrentó marginalmente el ojo de la tormenta Stan, las pérdidas en vidas humanas, daños emocionales, destrucción de cosechas, animales y de infraestructura son incalculables.

Observar el desaparecimiento de comunidades, derrumbe de cerros, deslave de elevaciones, desbordes de ríos, destrucción de puentes y hundimiento de carreteras indica que no estamos ante un panorama apocalíptico, sino ante las consecuencias de un sistema económico y político mundial que es voraz y exterminador.


Antes de Stan, la red vial y el sistema de salud de la región estaban por colapsar. El paso de la tormenta desnudó una realidad –que no es un castigo divino– que está conectada con la larga crisis y el costo social de haber aplicado modelos ultraliberales en países del Tercer Mundo que han destruido el medio ambiente. La crisis se materializa en la incapacidad del Estado guatemalteco en responder eficazmente, como es su responsabilidad, ante tragedias de cualquier tipo. Por ejemplo, en la región occidental, luego de Stan los hospitales no tenían jeringas; Conred pedía por radio la donación de gasolina; las municipalidades carecían de tractores o motosierras, y apelaban a que particulares las prestaran para cortar árboles caídos y despejar caminos.

La falta de recursos, prevención o profesionalización estatal no es responsabilidad total de las actuales autoridades, argumentar esto es no reconocer que este vacío existe en Nicaragua, Bolivia o México. Hoy, cualquier tragedia nos dice que el desmantelamiento del Estado por las fuerzas hegemónicas mundiales a partir de la década de los 80 ha provocado que éste sea incapaz de responder con efectividad a urgencias y que apele a la caridad nacional o internacional que es un paliativo, pero no una solución integral. También muestra cómo este sistema en su afán por mercantilizar a extremo los recursos naturales ha terminado socavándolos y provocando cambios que luego se revierten y golpean a los pobres. ¿Acaso el irrespeto a los ríos no provoca que ante tormentas como Stan estos decidan retomar sus cauces originales? Además, estos eventos muestran cómo la ideología del individualismo ha penetrado en las colectividades. En la región golpeada, un buen número de personas apoyó, pero otros se dedicaron a vender el garrafón de agua a Q75 o el galón de gasolina a Q50.

No solo la naturaleza provoca tragedias, como la que Stan dejó, también las políticas económicas que se diseñan y se imponen a los pobres. Luego del huracán Mitch, que fue de menor magnitud en radio y pérdidas en el país, solo en la comunidad Nueva Cajolá, ubicada en Champerico, Retalhuleu, el 25 por ciento de su población joven y masculina emigró ilegalmente a Estados Unidos. Luego de Stan no puede predecirse lo que ocurrirá, pero sí reconocer que se esfumaron las ilusiones de muchos y que nos toca pensar en la nueva miseria que abrazará a los de siempre, a los que están abajo.

Fuente: www.elperiodico.com.gt - 161005

lunes, octubre 10, 2005

Ya parecemos país del Primer Mundo…

Por Oscar Clemente Marroquín

Cuando el gobierno de Bush fue incapaz de reaccionar ante Katrina, alguien dijo que la zona afectada parecía ser del Tercer Mundo, por lo que hoy, parodiando esa despectiva expresión, podemos decir que tras los efectos de Stan y la reacción del Estado, Guatemala puede presumir que parece ahora país del Primer Mundo, de ese Primer Mundo que se vio en Nueva Orleans y otros lugares afectados por los huracanes en Estados Unidos.

Y no nos parecemos sólo en cuanto a las dificultades para atender a las víctimas y la incapacidad del Estado para hacerlo. También parecemos del Primer Mundo en cuanto a la especulación generada por la tragedia y la forma en que muchos se comportan al elevar precios para enriquecerse a costillas de quienes más sufren. Así fue en Estados Unidos y vimos cómo estudios de prestigiosas universidades demostraron que el alza a las gasolinas (que pasaron de tres dólares por galón) fue producto de maniobras especulativas que, por cierto, retumbaron con fuerza en estas latitudes. Pues aquí no nos estamos quedando atrás y son muchos los que están haciendo su agosto en medio del drama que enluta a millares de familias.

Por supuesto que el gobierno al decretar el Estado de Calamidad Pública, se mantuvo fiel a la ortodoxia ideológica que le inspira y no tomó ni siquiera en consideración el inciso quinto de las medidas que contempla la ley de Orden Público como facultades extraordinarias del Presidente de la República en casos de una tragedia. Y es que ese inciso puede considerarse como un anatema para las mentalidades de hoy, puesto que literalmente dice: “Establecer precios máximos o mínimos para los artículos de primera necesidad y evitar su acaparamiento”. Obviamente nosotros, como país del Primer Mundo en el que prevalece la economía de mercado porque la oferta y la demanda son una maravilla que impide, según los más dogmáticos, imperfecciones en el mercado, no podemos caer en ese extremo populista y barato de evitar la especulación o el acaparamiento ni siquiera en condiciones de emergencia extrema porque primero es el dogma ideológico que cualquier otra consideración. Dirán que los Constituyentes que aprobaron esa ley en 1965 no habían conocido las nuevas doctrinas que ahora se esgrimen como paradigma, pero resulta que ya en aquellos lejanos días se sabía que así es la humanidad y que cuando hay una catástrofe, siempre hay largos que quieren aprovecharse.

También hemos copiado del Primer Mundo el concepto de la “Photo Op”, como califican los gringos a esos momentos especiales para la posteridad en los que se puede captar la imagen de un mandatario declarando el fin de una guerra que apenas empezaba (la de Irak) o chapoloteando en el agua para demostrar que no tienen miedo de mojarse los calzoncillos.


Y, como en el Primer Mundo, la tragedia desnuda las flaquezas y hace aflorar la miseria extrema, además deja en claro que esa prédica en contra del papel del Estado termina también por eliminar su capacidad de respuesta en casos de necesidad. En Guatemala ahora ya no tenemos ni un Ejército capaz de actuar como en 1976, cuando quiérase o no, fue la vanguardia de las tareas de descombramiento, asistencia a las víctimas y reconstrucción, con una fuerza aérea que desafío al mal tiempo y que realizó proezas para asistir a las víctimas.

CONRED y FEMA son sinónimos oprobiosos del Primer Mundo. Santiago Atitlán y Nueva Orleans son nombres que se asocian hoy y se asociarán en el futuro con el drama y la falta de respuesta para atender a las víctimas. Y así podemos seguir citando nombres, lugares y entidades para demostrar que, como algunos creen, de veras parecemos país de ese Primer Mundo que desnudó Katrina.

Fuente: www.lahora.com.gt

lunes, octubre 03, 2005

Manuel José Arce y sus fantasmas

Por Luz Méndez de la Vega
Es evidente que además del valor literario de la obra de un autor, el poder ser conocido nacional y, aun más, internacionalmente, depende de la divulgación de la misma, relacionada con el tiraje de su edición que, entre nosotros, es muy limitado. Razón por la cual, dichos libros, pronto se agoten y, lo peor, no vuelvan a ser editados, salvo alguna excepción o si se trata de obras muy populares. Esto ha llevado a alguien a firmar que: "Ser editado en Guatemala, es como permanecer inédito". Desafortunadamente, esto se comprueba, al ver que muchos de nuestros mejores escritores han ido quedando en el olvido, o sólo conocidos dentro del límite de nuestras fronteras y, en el mejor de los casos, de las centroamericanas.

Aunque lo anterior es resultado del desinterés de las casas editoras por divulgar y reeditar autores nacionales, también lo es de los mismos autores, que se conforman con ver su libro impreso, creyendo así, salvarse del olvido de las nuevas generaciones, sin darse cuenta de que, si éstas acaso recuerdan el nombre de algún escritor del pasado, seguramente nunca leyeron ni leerán sus obras pues, aunque quisieran leerlas, no las encuentran.

Un caso similar, por haberse alejado de Guatemala durante su largo exilio en Francia, además de estar agotadas las ediciones de sus libros, es el del admirado poeta Manuel José Arce, cuyos poemarios son imposibles de conseguir, al igual que sus obras teatrales, que fueron tan aplaudidas, por su originalidad, dentro del "teatro del absurdo" con su valiente crítica socio-política, como Delito, condena y ejecución de una gallina, que terminaba, cada representación, con el simbólico sangriento sacrificio real de una de éstas. Más difícil aún, es el encontrar sus primeras prosas y versos publicados en diarios y revistas de El Salvador y Guatemala, o en su poemario En el nombre del padre. Varios quedaron en el Diario de Centroamérica, donde él trabajó y fundó junto con el poeta Carlos Zipfeld e integrantes del grupo La Moira el complemento cultural Desvelo, trino y Cimiento; cuando recién venido de El Salvador -por 1954- ya se autollamaba "anciano de veinte años", empadrinado por su literaria "Mamá Claudia, o sea la gran poetisa salvadoreña Claudia Lars.

Todo lo antes dicho, pone en relieve el valor de la edición hecha por la Universidad de San Carlos de Guatemala -en estos finales del 2003- de la obra póstuma de Manuel José: Crónicas del café de los Fantasmas, a cuya portada da color y sabor una artística ilustración de Ramón Banús. Libro que nos trae todo el encanto y perfección de su magnífica prosa de poeta y académico de la lengua, salpicada de la gracia de aquellas otras famosas del Diario de un Escribiente, algunas de las cuales, por fortuna, fueron editadas como libros.

Si bien, toda la poesía y prosa de Manuel José desde una belleza innegable, la prosa de sus Crónicas del Café de los Fantasmas nos llega con el influjo de la mejor prosa poética francesa, que él supo colorear, en algunos relatos, con la chispa popular chapina. París, metido dentro de su corazón, lo volvió parisino y nos hace recordar el estilo de los Poemas en prosa de Baudelaire, en algunas tan hermosas como las dedicadas al Sena, al Otoño que confunde hojas y palomas, a los arcos de París, a las campanadas que embotella, y en especial a la Niké de El Louvre -ideal de belleza amada- como lo declara en estos fragmentos de verdadera poesía en prosa:

Tus brazos no. Ni tu cuello. Ni tus pies. Sólo tu cuerpo inquebrantable, velado. Tus poderosos pechos que se mueven al son de la canción que cantas, de la canción que te impulsa a medida que sale de ti, la canción que te empuja, no como el viento a la vela, sino que se queda atrás, como el chorro caliente de los jets, Y los muslos. Ese muslo victorioso que se adelante en movimiento y triunfo eternos. Ese paso que se inicia en las alas; se continúa en los pechos, se consagra en el beso umbilical del vientre y se realiza en tus piernas, sin tus pies, para prolongarse hasta mí, más allá de mí. Decapitada./// Toda la belleza de una proa que avanza, es sólo tu pedestal absurdo (…) Sólo el tiempo es perfecto. Y tú eres el tiempo.

Algunas prosas de este libro enlazan su tema al de otra, como esta de la Niké, que se continúa con el terrible alucinante relato de Celie -su amante celosa- que se suicida en imposible mutilación, sólo realizable dentro del surrealismo de este fragmento final:

(,,,) todo terminó cuando entré en el apartamento (no entiendo aún como pudo hacerlo), encontré a Celie, de pie sobre la mesa, vestida con una vaporosa clámide griega y en actitud de dar un paso hacia delante, con los pies, los brazos y la cabeza cercenados. Había un papel en el que escribió: "Voici ta Niké"./// Fue una torpe imitación: le faltaban las alas.

Detalle de tan refinada crueldad que evidencia, también, el influjo de Los cantos de Maldoror del Conde de Lautreamont; que -él mismo- muestra conocer bien en el relato, donde hacer entrar al conde y "poeta maldito" al Café de los fantasmas, que se llama así, precisamente, por el juego original en el que Arce nos hace ir de la realidad, a la de sus servicios personajes:

Cuando entró Lautréamont, nadie se dio cuenta. Venía con su hermafrodita. Ambos se pusieron a beber pernod en una esquina silenciosa. En torno a ellos empezaron a formarse cortinajes de telarañas. Un humo caliente poblado de luces de Bengala invadió perezosamente la atmósfera, Sobre la gastadas madera de la mesa, empezaron a crecer hongos venenosos y crisantemos. (…)

Ese magistral manejo de la poesía en prosa lo llena, a veces, de cólera o socarronas burlas y otra, de aquella ternura suya, con la que envuelve objetos, recuerdos y hechos diarios o personas; como en esta prosa, con la temática del amante que contempla a su amada dormida:

(…) Pero viéndote dormir, todas estas leyes transitorias, todos estos requisitos preestablecidos para considerar oficialmente bello lo bello, derogan su rigidez, pierden su acartonamiento y se vuelven vivas confirmaciones de tu perfil, del color y la forma de tus labios, de tu brazo perfecto que se fugó de las sábanas y que está allí, tranquilo, como sin darse cuenta de su inmensa y propia importancia./// (…) Verte dormir. Es un lugar común, pero es como ver el mar en calma, el cielo despejado y la flor reventando(…).

Manuel José, por varios motivos, se autoexilió en Europa y vivió entre sueños, penurias, y trabajos de toda clase, hasta establecerse en Albi, Francia, y convertirse en figura consagrada, al dar su nombre el Teatro de esa ciudad, donde ejerció su labor de director del mismo. Antes, sin embargo, vivió lleno de amor y dicha su tiempo parisino y, por obra de la poesía de su prosa, se convirtió en uno más de los parroquianos de ese "irreal -real" Café de los fantasmas, según cuenta:

(…) Tengo mi mesa aquí. Hace años que vengo a este cafetín. Y aunque ni el patrón ni el cajero, ni las meseras parecen conocerme, este sitio forma parte de mi mundo y de mi vida.

Si embargo ese Café de los fantasmas, que pudiera suponerse fuera cualquier cafetín de París -como yo digo- no es otro que el que está aquí, en nuestras manos, cuando leemos y volvemos a releer este admirable libro. Obra donde mezcla la auténtica poesía de su límpida prosa de Académico de la Lengua, con expresiones populares hasta soeces cuya oportunidad y certeza colocación dentro del texto, lo llenan de la gracia picante que siempre supo poner en sus descripciones o relatos, o bien que las diluye entre la dulce ternura de otras, que borran cualquier aspereza. Este libro por parisino y por cariño, Manuel José, antes de morir, lo dedicó a Tasso Hadidodou.

Antes de terminar, recordemos que, entre la brillante obra de Arce, están sus poemarios: En el nombre del padre, Sonetos de amor para mi esposa, De la posible aurora, Episodios del vagón de carga, El Eternauta, Epigramas eróticos en homenaje a Marcial de Bilbilis,, Cantos de Vida, Palabra alusivas al Acto, y entre sus obras de teatro: Oreste, El garo murió de histeria, Diálogo del gordo el flaco y una rockola, Compermiso, Delito, condena y ejecución de una gallina, Viva Sandino, La última profecía, Aquiles y Quelonio, El coronel de la primavera y otras.

Fuente: www.lahora.com.gt - Suplemento cultural - Semana del 29 de noviembre al 6 de diciembre de 2003