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lunes, febrero 19, 2007

¿A qué viene el presidente Bush a Guatemala?

Por Alfonso Bauer Paiz

En la segunda semana del presente mes se anunció internacionalmente un viaje del Presidente de los Estados Unidos de América por varios países de América Latina en "ofensiva geopolítica", a fin de mejorar las relaciones de la gran potencia del Norte con las naciones iberoamericanas, las cuales se le ha criticado al mandatario Bush haber descuidado.

Sin embargo, en cuanto a Guatemala, elíptica y engañosamente, se dijo que su visita a la Tierra del Quetzal tiene por motivo oficial "experimentar la riqueza cultural del país", explicación que no cree ni el mismo viajante, porque dada su formación familiar y de clase social dominante colonizadora, difícilmente puede entender y apreciar, por sus prejuicios racistas, la milenaria y valiosa cultura maya guatemalteca.

Como se sabe, el viaje lo realizará Bush a mediados del mes próximo, y el primer país que visitará es Brasil, a cuyo presidente Lula tratará de convencerlo para que se distancie lo más posible de los gobiernos de Cuba, Venezuela, Bolivia y Ecuador y estreche mejores relaciones con EUA y lo mismo hará con el presidente Tabaré Vásquez, del Uruguay, que será el segundo país de América del Sur que visitará. El tercer país va a ser Colombia, ahí va a reforzar el ya experimentado plan de colombianización de la lucha contra el narcotráfico, consistente en la militarización de nuestras naciones caribeñas y políticamente de alianzas de los sectores sociales del poder económico y castrense de la región, hostiles a las corrientes nacionalistas y socializantes de los países que impulsan la estrategia del Área de Libre Comercio Bolivariano (ALBA), adversa a la del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), que patrocinan los EEUU desde los años noventa del siglo pasado, a partir del neoliberal y globalizador Consenso de Washington, y que entre otros instrumentos de dominación imponen continentalmente los así llamados Tratados de Libre Comercio, que son meros contratos de adhesión, mediante los cuales el Imperio del Norte asegura su dominación.

El cuarto país que visitará el presidente Bush es Guatemala. Como ya dije, nadie, ni el propio huésped, puede creer que su interés sea de orden humano espiritual, como es el de solazarse en el ámbito de una cultura basada en la armoniosa relación del ser humano con la naturaleza y el cosmos, ajena al insaciable acaparamiento de los recursos naturales, que es el pivote que dinamiza la cultura plutocrática del capitalismo salvaje, propia de quienes sólo actúan para sus intereses individuales, sin importarles la pobreza, la miseria de la mayor parte de la humanidad ni la destrucción del planeta Tierra, por medio de la contaminación y exterminio del medio ambiente. Entonces, ¿a qué viene a Guatemala el señor Bush, si no es por motivaciones culturales?

La respuesta que daré puede ser osada, pero me valgo de la experiencia adquirida, después de tantos años de injerencia de los gobiernos estadounidenses en los asuntos internos nuestros, no sólo en provecho de los intereses político-estratégicos de Estado, sino también de las empresas transnacionales estadounidenses, desde que Guatemala se independizó de España. El único período en el cual el Tío Sam no pudo someter a los gobiernos de Guatemala a sus designios, fue durante la democrática y popular Revolución del 20 de Octubre (1944-1954), en la que los dos Presidentes fueron electos mayoritariamente, en comicios puros, el primero, Juan José Arévalo, con más del 80% de los sufragios y, el segundo, Jacobo Arbenz, con más del 70% de los votos. Durante esa década, desde la Casa Blanca, el Pentágono y la CIA en varias ocasiones, se fraguaron intervenciones militares contra el sistema democrático y soberano de Guatemala, sin lograr sus aviesos propósitos, hasta que por fin, en junio de 1954, la Operación Guatemala montada por la CIA y la traición del alto mando del Ejército de Guatemala logró el derrocamiento del presidente Arbenz, desde cuando hasta el día de hoy el país ha estado vergonzosamente supeditado a los dictados del Gobierno de los Estados Unidos. Como prueba de ello, mencionaré algunos pocos, pero relevantes hechos:

Primero. Apenas hacía aproximadamente cuatro años de la intervención armada de la CIA en Guatemala, cuando en Cuba triunfó la Revolución Verde Oliva, que terminó con el corrupto y despótico régimen batistiano. El presidente de Guatemala, Miguel Ydígoras Fuentes, sumiso, permitió que en suelo guatemalteco se adiestraran las columnas de la gusanería isleña antirrevolucionaria, para recuperar el poder perdido. En un santiamén, el pueblo cubano derrotó a los invasores en playa Girón.

Segundo. Los gobiernos de Guatemala en los eventos internacionales en que a nivel de asambleas de las Naciones Unidas se ha condenado a las autoridades revolucionarias de Cuba por supuestas violaciones a los derechos humanos, nunca ha votado en contra, ni siquiera se ha abstenido. Además no han condenado el bloqueo económico que los EEUU, contra las normas del Derecho Internacional, mantiene desde hace casi medio siglo contra Cuba. Y eso, a pesar de la solidaridad del pueblo y gobierno cubano con el nuestro, especialmente en materia de educación pública, deporte y salud, por medio de sus abnegados maestros y médicos.

Tercero. No obstante que los Acuerdos de Paz, suscritos en Guatemala, y que están en vigencia desde el 29 de diciembre de 1996, en cuenta el de Fortalecimiento del Poder Civil y Función del Ejército en una Sociedad Democrática, conforme al cual éste debería reducirse, ha ocurrido todo lo contrario, tanto más que las autoridades del Organismo Ejecutivo han estado prestos a satisfacer las exigencias de los jefes de las Fuerzas Armadas. Cuando un periodista le preguntó al presidente Berger, qué le plantearía al presidente Bush, sin ambages ni escrúpulos respondió: modernizar el Ejército.

Cuarto. No ha mucho, el licenciado Berger, como Presidente de la República, fue agente principal del Gobierno de los EEUU, para impedir que el Estado de Venezuela fuese parte del Consejo de Seguridad de las NNUU. Y,

Quinto. Si desde el año 2002 hasta la fecha, se ha autorizado la presencia de efectivos militares estadounidenses, siempre que no excedieran de cien soldados, recientemente ya se autorizó que sean mil, so pretexto de luchar contra el narcotráfico. Pero, además, dizque por motivaciones ecológicas vendrán a las áreas protegidas 7000 expertos gringos "civiles o militares" a cuidar las selvas del Petén y otras áreas ideales para encubrir maniobras militares.

Por lo anteriormente expuesto, aunque sea atrevida mi sospecha, la visita de Bush podría deberse a planes castrenses en la región y al establecimiento de bases militares, para posibles acciones liberadoras del ya señalado "peligro de la novedosa versión comunistoide del eje Cuba-Venezuela". Bases que, a pesar del romance entre el Gobierno Republicano de EUA y el Gobierno panista de México, cuyo Presidente, Calderón, no lo permitiría, pero sí el de la gana, más al servicio de su amo septentrional que al de su pueblo.

Fuente: www.lahora.com.gt - 190207

lunes, febrero 05, 2007

Kapuscinsky, el maestro

Por Ana Maria Rodas
Menos mal que el hombre está muerto. De lo contrario le daría un empacho terrible el constatar que la inmensa mayoría de periodistas que han comentado su muerte se estandarizaron al hablar de él. Y no me refiero a llamarlo el mejor periodista del siglo XX, que es un cumplido, pero también un dejar fuera al resto de hombres y mujeres que a lo largo del siglo pasado se distinguieron en esa profesión, y que a él no le habría gustado.

Hablo de los lugares comunes que recorrieron los obituarios en muchos países: estuvo en tantas guerras, lo condenaron a muerte tantas veces. Ofrecer los datos no estaba mal. Lo indecente fue hacerlo con clichés para referirse a alguien que se pasó toda su vida haciendo lo contrario: un periodismo extraordinario, fresco, ético y sorprendente en una época en que la profesión parece hundirse entre lo inútil, lo banal, lo sangriento. El sensacionalismo.

Los medios hoy dedican grandes espacios a los vicios y amores de los artistas pop, a las cirugías plásticas para revivir a los casi muertos; muchas columnas de opinión suelen ser vertederos de hígados enfermos. Un marciano que viniera a Guatemala y tratara de conocerla por los medios afirmaría que en el país solo hay políticos corruptos, asesinatos y futbolistas.

Por eso, descubrir el primer libro escrito por Kapuscinsky constituyó para mí una ráfaga de aire fresco. Me ahogaba entre el dominio del periodismo light, sin cerebro ni pasión. Los principios de mi padre y sus contemporáneos naufragaban en un mar de estiércol. De allí me rescató el encuentro con Ryszard Kapuscinsky.

Lo conocí muy tarde. Comenzó su carrera de corresponsal a finales de los cincuenta, y desde entonces hasta hace un par de semanas, cuando murió, dedicó su vida a hacer un ejercicio de honestidad intelectual, de sana suspicacia ante las verdades oficiales, de valores morales universales. En muchas oportunidades dejó claro que la práctica del periodismo no puede ser una empresa mercantil como cualquiera.

A su juicio, la información exige la observancia de unas reglas transparentes y estrictas. Sus ideas sobre la ética profesional han quedado escritas en el libro Los cínicos no sirven para este oficio, lectura obligada para todos los periodistas y para las personas que de una u otra manera utilizan la comunicación.

Además de su muy recta manera de enfrentar la profesión, Kapuscinsky mostró siempre una disposición innata para apreciar las características del Otro: “Mi experiencia de convivir con otros, muy remotos, durante largos años me ha enseñado que la buena disposición hacia otro ser humano es esa única base que puede hacer vibrar en él la cuerda de la humanidad”, afirmó al serle conferido uno de sus múltiples doctorados honoris causa.

Las sólidas normas profesionales no le fueron suficientes, y Kapuscinsky escribió periodismo incorporándole un lenguaje literario que ambicionan todos los buenos profesionales y que no siempre logran concretar. Por lo tanto, la lectura de sus libros no solo cuenta sino encanta. Las personas y los sucesos van tomando forma ante nuestra mente. Es poesía de la mejor clase, creada para desvelarnos la realidad.

Sus libros nos enseñan qué poco sabemos de los hechos, las personas y los lugares que ocupan cortos y fugaces espacios en los medios. Ejercía su profesión como antes se la definía: la búsqueda de la verdad. En estos días nos dicen los manuales que la verdad es relativa. Por eso nos conformamos y escribimos lo que percibe nuestro sesgo personal.

Samuel Johnson, el destacado filósofo inglés del siglo XVIII dijo que para enseñar a todos los hombres a decir la verdad, era preciso que aprendieran a oírla. Ryszard Kapuscinsky cumplió a cabalidad con su responsabilidad de decirla y así queda arraigado en el periodismo universal.

En Guatemala tendríamos que abandonar la cómoda poltrona del relativismo, la agenda editorial o propaganda y comenzar de nuevo partiendo de las raíces, como ese polaco empeñado en dar a la profesión su luz perdida.

Fuente: www.elperiodico.com.gt