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lunes, junio 25, 2007

Aquí y ahora

Por Marcela Gereda
Varios defensores del neoliberalismo promovido por la Universidad Francisco Marroquín, me han escrito para señalar que mi planteo sobre el neoliberalismo es erróneo. No busco desprestigiar ni atacar sin razón a la institución, mi punto de partida es pensar Guatemala desde Guatemala y no desde un Premio Nóbel austriaco de Economía que en nada se acerca a la realidad política y económica del país. En la crítica no se me pudo rebatir el ahistoricismo ni la vocación oligopólica del neoliberalismo, más bien se centró al planteamiento moral y a la defensa irrestricta de los gurús del neoliberalismo. Ni decir del maniqueísmo bipolar del "lo bueno y lo malo".

Si bien en esa institución se parte de la misión de la “enseñanza y difusión de los principios éticos, jurídicos y económicos de una sociedad de personas libres y responsables”, me parece necesario preguntar: ¿qué quiere decir esta misión para una sociedad tan desigual como la guatemalteca? ¿Sobre qué bases se funda esta doctrina?, ¿qué tipo de sociedad y sistema legitima esta misión? Cuando se menciona la difusión de principios éticos, jurídicos y económicos de una sociedad de personas libres, ¿no se apuntará más bien a la propagación de ideologías neoliberales para la legitimación del sistema económico de una sociedad regida oligárquicamente, con el nombre de “sociedad de personas libres y responsables”?

Intento repensar colectivamente qué se está enseñando para Guatemala. Mi punto de partida para hacer esa reflexión crítica, es la sociedad descompuesta y fracturada. Desigual y polarizada. Mi punto de llegada es la democracia radical. También la necesidad de preguntar que sí el neoliberalismo es tan bueno, y que si sus glorias contables son Estados Unidos, Inglaterra y los reservorios de millonarios de Europa, como lo es Viena ¿porqué lo recetan sobre todo a los países pobres y no lo consumen ni de chiste al interno de los mismos países que lo exportan? Y, allí donde ha sido aplicado las consecuencias de injustitas social son evidentes ¿A caso lo hacen así porque se limitan a ser sádicos pero no masoquistas?

Creo necesaria esta reflexión con y desde mi generación, una generación nacida en la “década perdida”, los ochenta. Busco recordar que para una gran mayoría de jóvenes que nacen en los años ochenta y viven su juventud en la segunda mitad de los años ochenta y primera de los noventa, son sujetos producto de una época específica: la resaca que dejó la guerra y la crisis económica de los ochenta. Sin embargo esto no parece ser un punto de partida para pensar el país para otro sector de la sociedad alejada y distraída de los conflictos de su tiempo, sumida en construir una sociedad regida por el mercado de personas “libres y responsables”.

Mi planteo no es otro que partir de la realidad. De lo que ha sido y es Guatemala. Partir de una sociedad “libre e igualitaria” es un mito. Esa sociedad no existe en Guatemala. La Universidad debe ser un espacio de reflexión sobre qué somos y hacia dónde vamos, debiera operar como agente de transformador social, más en una sociedad que merece ser pensada desde la desigualdad.
El neoliberalismo reproduce ideologías que legitiman un sistema de desigualdad económica. Por tanto, el neoliberalismo y monopolios de las oligarquías legitiman un sistema de dominación y continuidad de los grupos de poder.

La estrategia debiera ser solamente partir de lo que somos, de lo que ha pasado y pasa ahora en Guatemala. ¿No es a caso la combustión social el mejor espejo de nuestra caótica y asaltada democracia?

Yo no tengo la respuesta, la debemos buscar y diseñar entre todos los guatemaltecos, en la búsqueda de un interés nacional que tenga por base un proyecto económico que interese a todos los sectores de la sociedad, que pase del “yo” al “nosotros”, empezar por delinear intereses interclasistas, interétnicos e interculturales. Pensar Guatemala desde un “interés nacional”, es creer en un horizonte ético, de democracia radical que solo pueda suponer la dignidad de todos, ayudar a romper con la lógica excluyente que pone a la sociedad al servicio de los dueños del mercado, para poner al mercado al servicio de la sociedad. Es en ese sentido que planteo que repensemos Guatemala juntos aquí y ahora.

www.albedrio.org

lunes, junio 04, 2007

La verdadera oposición

Por Mario Cordero
Oposición significa dar alternativas de soluciones, y no obstaculizar a las soluciones de los grupos de poder.

Toneladas de tinta han corrido en los medios de comunicación escrita de Centroamérica, pero sobre todo de Guatemala, por el cierre de RCTV en Venezuela y la apertura de Tves; reportajes de página completa que no incluyen su contraparte, editoriales y columnas de opinión, donde, impresionados, se rasgan sus vestiduras, llorando consignas a favor de la libertad de Prensa y de la democracia. La protesta se hace más fuerte, porque RCTV era la "única oposición" en Venezuela.

Como un proceso dialéctico, el poder siempre necesita de una oposición, a manera de antítesis; el tiempo (y los pueblos) se encargará de resolver la síntesis. Sin embargo, si para nosotros la oposición significa oponernos sistemáticamente a todo lo que nos afecta, o podría afectar, entonces no permitimos el desarrollo dialéctico de la sociedad.

En este caso, RCTV no representaba la oposición en Venezuela, como la quieren martirizar los defensores de la libertad de Prensa en Latinoamérica. Representaba el poder de las familias venezolanas históricamente acomodadas, y que en este momento han sido desplazadas por las nuevas políticas económicas de Hugo Chávez.

En Guatemala, tenemos un concepto equivocado de lo que significa la oposición. Creemos que se trata de estar contra de lo que nos afecta, y de aplaudir lo que nos beneficia.

La oposición, en realidad, debe dar otra visión y demostrar que las cosas se pueden hacer de distintas formas, y no sólo como los grupos de poder lo están haciendo. Desde este punto de vista, RCTV no representaba una oposición, sino que un obstáculo para que las políticas de Chávez no sean tan dañinas para los otrora grupos hegemónicos.

En cambio, a quienes han querido realizar una verdadera oposición, no se les ha concedido los espacios dentro de los medios de comunicación de Guatemala. Los niños, las mujeres, los indígenas, los homosexuales, los que piden votar en contra de las ballenas, el TLC y la minería; los que piden la entrada al anticristo, los que piden vetar la pena de muerte; los marginales, los rurales, los pilotos de bus, los que apoyan al Deportivo Heredia, los que piden mayor apoyo a otros deportes aparte del fútbol, la izquierda, los socialdemócratas, los ecologistas, etc., ellos y ellas no son vistos como oposición, sino como obstáculos del desarrollo y como delincuentes, sin que la SIP proteste por ello y pida para que se les abra los espacios en los medios de comunicación.

Fuente: www.lahora.com.gt - 300507