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lunes, julio 23, 2007

Oligarquía

Por Roberto Arias
La palabra oligarquía es una palabra que han confundido muchísimas personas como venida de cavernas comunistas, debido a la resonancia de la corriente que quedó a partir de la invasión de la United Fruit Company y la CIA en 1954, a través de una resistencia simbólica del ejército de Guatemala y de Carlos Castillo Armas, el testaferro militar de la oligarquía a quien finalmente asesinaron sus mismos contratistas.

La invasión a Guatemala se legalizó en la X Conferencia Interamericana que tuvo lugar en marzo de 1954, en donde Estados Unidos consiguió la aprobación de una resolución que condenaba implícitamente al gobierno de Guatemala. En abril, el arzobispo católico de Guatemala, en una carta pastoral, apeló a favor de un levantamiento en contra del comunismo.

Oligarquía, en ciencia política, es la forma de gobierno en que el poder supremo está en manos de unas pocas personas. Los escritores políticos de la antigua Grecia emplearon el término para designar la forma degenerada de aristocracia. En una oligarquía, el gobierno está controlado por una facción que actúa según su propio interés sin tener en cuenta el bienestar del pueblo, la cual ha sido y es la verdadera situación de Guatemala. Esta facción guatemalteca que ha durado desde el descubrimiento o conquista de Guatemala no ha cambiado más que para apretar con mayor firmeza las tuercas a la población, de manera tal que el guatemalteco en su generalidad, trabaja casi exclusivamente para pagar servicios indispensables cobrados abusiva y onerosamente por quienes robaron impunemente las empresas al Estado y siguen ostentando el poder supremo.

El gobierno de Guatemala estuvo en manos de militares prácticamente desde sus comienzos como República, quienes accedían al poder a través de frecuentes revoluciones. Los oligarcas de Guatemala mantuvieron al ejército en el mando porque así convenía a sus fines. Los golpes de Estado, que fue la forma de cambiar gobiernos durante casi toda la historia después de la "independencia", eran probablemente urdidos en las casas patronales de importantes fincas cafetaleras o azucareras, hasta que llegó el momento en el que miembros del ejército se dieron cuenta de que los utilizaban como simples guardias de sus feudos.

Cuando el ejército ya no convino a sus intereses lo redujeron y dieron "apertura a la democracia". La "democracia" llevó al poder político al más grande monstruo entre los traidores y demagogos: Álvaro Arzú Irigoyen, lo más nefasto que ha tenido Guatemala con poder político. Éste conspirador y sus corifeos, incluyendo a Óscar Berger, son los representantes de alta confianza de "los empresarios", es decir, de los oligarcas de Guatemala y, la oligarquía, el narcotráfico y el crimen organizado navegan abiertamente en casi todos los actuales partidos políticos de Guatemala. ¡Ojo con su voto!

Me lo contaron así: Dicen que con Arzú y Berger Guatemala ha estado al borde del precipicio, pero ya dio un paso hacia delante; Que las inundaciones no ocurren porque los ríos crecen, sino porque el país se hunde; "Prohibido robar", el gobierno no admite competencia; En Guatemala tenemos los mejores parlamentarios? que el dinero pueda comprar.

Fuente: www.lahora.com.gt - 210707

lunes, julio 09, 2007

Gerontocracia

Por Jaime Barrios Carrillo

Lo que parecía ser al principio una broma, resultó una propuesta que gestiona seriamente la gerontocracia en un país de jóvenes. La gerontocracia (del griego geron: anciano y kratos: poder ) es una forma oligárquica de gobierno, donde los ancianos tienen el control.Manuel Ayau expone en columnas recientes el proyecto Pro Reforma. Este proyecto sorprende, no sólo por su pobreza de contenidos sino por lo estrafalario de las formas.

El objetivo patente es darle fin a la democracia representativa, abogando el advenimiento de una era de patricios-senadores, quienes tendrían que ser mayores de 50 años y elegidos por gente de la misma edad. En el colmo del delirio gerontocrático, ocuparían sus curules por un período de 15 años.

Es necesario recordar que la mayoría de la población guatemalteca es joven, incluso hay un enorme porcentaje de personas menores de 20 años. Con la exigencia de los 50 años se estaría excluyendo a la mayoría de la población del proceso electoral, tanto en la posibilidad de elegir como la de ser elegida. Serían jóvenes interdictos. La despolitización parece ser el mensaje subliminal de este insólito proyecto.

El poder de los ancianos es una concepción artistocrátizante, cercana históricamente a la teocracia y típica de períodos de oscuridad, cuando suele darse una separación entre Ley y Legislación, en virtud de un orden elitista dominado por algunos sacerdotes o por un grupito de ancianos sabios.

Toda oligarquía combate a los partidos políticos que no le son completamente serviles. De ahí las expresiones como “partidocracia”, para descalificar la estructura del sistema de democracia representativa. Se pregona ufanamente así, la única representación válida de toda oligárquía, esa que radica en la delegación forzada de los derechos políticos a una élite autoritaria compuesta por miembros “ilustres” (generalmente ancianos) de esa misma oligarquía. Los intereses oligárquicos chocarán siempre con la democracia representativa, consituída precisamente por partidos políticos.

La pretendida estabilidad del largo plazo es sólo una excusa para legitimar la exclusión. No deja de ser bizarra la idea de que el senado de ancianos sea apolítico, pero que controle y diseñe las “instituciones políticas”. El fondo de todo este caldo no puede ser otro que la concepción evidentemente oligárquica de que “la democracia no basta”.

El grand finale de Manuel Ayau es proponer que el escrutinio tenga la forma de un pago comercial, utilizando la misma técnología de las tarjetas de crédito. Guatemala no está para este tipo de juegos, y menos, la juventud que espera un futuro propio y diferente. Ningún joven quiere ser interdicto de la gerontocracia. Guatemala quiere libertad, no libertarios.

La gerontocracia resulta muy ingenua y no puede nunca sustituir a la democracia radical que se basa en la igualdad de derechos y oportunidades. Guatemala es, después de todo, un país joven y los jóvenes deben tener también la palabra.

Fuente: www.sigloxxi.com - 080706