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lunes, julio 10, 2006

Hoja de ruta

Por Andrés Cabanas

Con matices políticos y diferencias entre países, se abre un nuevo escenario político en América Latina [1] Esta fase, heterogénea y en construcción permanente, se caracteriza por los siguientes rasgos: en primer lugar, el fortalecimiento de los gobiernos y los estados, que han sido “pulverizados por el neoliberalismo”[2] y reducidos a su mínima expresión: por ejemplo, el estado de la salud en Guatemala con un presupuesto de 244 quetzales por persona y año.[3]. En el nuevo paradigma, gobiernos y estados fuertes se convierten en instrumento de “ciudadanía y armazón de un nuevo modelo de desarrollo nacional”.[4]

En segundo lugar, se propugna un modelo económico no divorciado de las necesidades de la población, donde la búsqueda de la justicia social tiene más importancia que el crecimiento, el control de la inflación o las abundantes reservas monetarias existentes (en Guatemala, más de cuatro mil millones de dólares en marzo de 2006). “La economía sin la política es mera especulación entre ricos y la economía sin lo social es mera abstracción teórica”, afirma Álvaro Velásquez.[5]

En tercer lugar, se apuesta por la sustitución de Estados excluyentes y racistas por otros fundamentados en la diversidad y la multiculturalidad, ”más humanos y justos, con visión indígena de la armonía, equilibrio y solidaridad”.[6]

En cuarto lugar, se promueve la recuperación de los recursos naturales y, eventualmente, su explotación en beneficio de las comunidades. Recursos que hoy brotan de la tierra, la atraviesan durante cientos de kilómetros y desaparecen sin dejar rastro, como los 6.72 millones de barriles de petróleo producidos en Guatemala durante 2005 que generaron tan sólo 14.8 millones de dólares en regalías, es decir, 2.20 dólares o 16.5 quetzales por barril.[7]

El conjunto de los factores anteriores implica no sólo cambios superficiales o cambios de gobierno sino transformaciones estructurales y refundaciones que tomen en cuenta “las demandas de los más pobres y de los más excluidos de nuestros territorios”[8], y que se operan por medio de Asambleas Nacionales Constituyentes.

En Guatemala, es necesario prepararse para acelerar estas tendencias presentes ya en otros países, que enfrentan la rigidez de los planteamientos económicos, la primacía de lo privado sobre lo público y la unidireccionalidad de las alianzas (Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos), es decir, enfrentan exclusión y dependencia.

Las soluciones no son necesariamente electorales y no pasan exclusivamente por la constitución de partidos políticos, aunque la cercanía de las elecciones va a influir en el debate y los posicionamientos durante los próximos meses. En cualquier caso, es urgente fortalecer organizaciones y actores sociales y políticos, a partir de la diversidad, amplitud, flexibilidad organizativa, claridad en los principios y capacidad de debatir. Amplitud y flexibilidad que se perdieron en algún momento de la historia reciente en detrimento de la ortodoxia, el verticalismo, la falta de transparencia y la supremacía de la verdad iluminada de unos pocos por sobre la convicción llena de dudas de la mayoría.

En algún momento de la historia reciente, decimos, porque no siempre y no en todas partes fue así. La hoja de ruta de ahora se enlaza con el pasado donde los sujetos socio políticos para la transformación eran amplios y diversos y donde el reto, en vez de alianzas de cúpulas y organizaciones unipersonales, se centraba en la multiplicación. Como recuerda José Antinoe Fiallo con relación a la Comuna de París, multiplicación “de posibilidades, de puntos de encuentros y organizaciones de todos tipos y formas, sin que ello implique predominio esquemático y absolutista de alguna en la marcha del conjunto, pues la coherencia del conjunto implica una reformulación o relaciones de vanguardia. La diversidad de sujetos sociales, igual que en el caso de las organizaciones sociales, arroja una riqueza de particular dimensión. Aunque pudiera parecer como exclusivo y absorbente sujeto histórico el proletariado y la clase obrera, es evidente u obvio el reconocimiento de la diversidad, sus papeles y roles”. [9]

La energía sobra, incluso donde menos se espera encontrarla (a propósito de la convicción demostrada por las personas adultas en movilización permanente desde el nueve de junio). Pero más allá de paralelismos con otros países de América Latina, parcialmente esquemáticos, y más allá del optimismo voluntarista, el desafío consiste en fortalecer espacios organizativos a la vez unitarios y plurales, coherentes con el ideal de nación justa, diversa e incluyente que se propugna. Para Ba Tiul, debemos ser capaces de “analizar nuestras debilidades para poder emprender un camino mucho más fuerte y decisivo a fin de transformar las estructuras tradicionales de los Estados actuales”.[10]


[1] La afirmación es contundente, en sintonía con opiniones analizadas, por ejemplo la de José Cademartori, último ministro de Economía de Salvador Allende en Chile: “Que hay un giro a la izquierda en América Latina, en comparación con el decenio de los noventa, es algo difícil de negar. Venezuela, Brasil, Argentina, Uruguay, Bolivia, Haití son los casos más notorios, pero no los únicos” (en el artículo “Giro a la izquierda en América Latina, independencia e integración”)

[2] Walter Chávez y Pablo Stefanoni, “Bolivia en revolución”, Le Monde diplomatique, junio 2006.y

[3] Prensa Libre, “Gasto de salud en disminución”, 3 de julio de 2006

[4]Chávez y Stefanoni. Ibíd.

[5]Álvaro Velásquez, “Reformar la democracia”, Prensa Libre, 2 de julio de 2006.

[6] Kajkoj Ba Tiul, “Los pueblos indígenas del mundo: Nuevo triunfo para nuevos retos”.

[7] Según “El periódico” de 3 de julio, muy por debajo del precio internacional del crudo nacional, que es de 40 dólares por barril.

[8] Kajkoj Ba Tiul. Ibíd.

[9]Al analizar la Comuna de París, el profesor dominicano José Antino Fiallo observa la pluralidad de sujetos sociales reconocidos (con la debilidad de la visión masculina de los mismos): “republicanos socialistas, hombres de convicciones sinceras, hombres del pueblo resueltos, activos, que tengan un juicio recto y una honestidad reconocida, obreros, internacionalistas, artistas, pequeños burgueses, intelectuales, delegados, talladores, cortadores de piedra, obreros del vestido, fundidores de hierro, camioneros, trabajadores de la harina, obreros metalúrgicos y mecánicos, políticos, literatos, periodistas y caricaturistas, mujeres, niños y niñas, cantineras de los batallones, combatientes de formaciones femeninas, guardias nacionales, insurrectos, blanquistas, artesanado artístico, proudhonianos” (en “Los comuneros Carlos Marx y Federico Engels: La comuna de París y el hoy”).

[10]Kajkoj Ba Tiul. Ibíd.

www.albedrio.org

1 Comentarios:

  • El Estado no puede desaparecer si no es como afinamiento del sistema y nunca como desición del poderoso en función de evitar obstaculos al cumplir con sus obligaciones.

    Por Anonymous Anónimo, 12 octubre, 2006  

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