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lunes, junio 19, 2006

El Conservadurismo como discurso “Cool”

Por Mario Palomo

La ideología sobre la que se afinca la sensibilidad de éste siglo en ciernes es la de “el fin de las ideologías”, corolario obligado del apresurado triunfalismo neoliberal así como de los estragos ocasionados al pensamiento histórico por el socorrido –cuanto insostenible- ahistoricismo del que hace gala tanto en el fundamentalismo que deifica absurdamente al mercado, como la noción del “fin de la historia” esgrimida por el nipo-yanki Francis Fukuyama.

Sin duda, dicha ideología es sintomática de los reacomodos de un capitalismo sin contrapeso, dispuesto a flexionar sus músculos ante una humanidad que, aparentemente –y sólo aparentemente- no tiene mas remedio que aceptar el despotismo burgués como destino; tarea a la que se han volcado todos los medios con los que cuenta el sistema para dejar bien calcado que, el futuro no debe ser jamás producto de la acción de sujetos resueltos en transformar la realidad con creatividad e imaginación (Dios guarde), sino mera prolongación del presente; donde el capital manda (en tanto sujeto) y la gente obedece (en condición de objeto), y nada cambia, al estilo de las caricaturas de los Picapiedras y los Supersónicos: donde todo permanece inmutable, las figuras de autoridad, las relaciones sociales, la reproducción del entorno, etc. y lo único que cambia es la moda y la apariencia de los aparatos domésticos.


Este despliegue ideológico sin límites, ha sido posible gracias a la capacidad del mercado de crear la ilusión de que se ha “democratizado” (mediante la ampliación el crédito y la segmentación de los consumos), pero también, y sobre todo, gracias a las técnicas de mercadeo de las que se ha valido la discursividad conservadora para mimetizarse y adecuarse a los gustos de segmentos poblacionales, total o parcialmente, excluidos por el sistema; aludiendo aquellos rasgos estereotipados de los mismos, identificables a partir de consumos (música, ropa de moda, gustos cinematográficos, bebidas carbonatadas, cigarros, licores, marcas de automóvil, teléfonos celulares, carreras universitarias, revistas, literatura, etc.) ecualizados con criterios de clase, etnia y género.


No por nada, el logro más novedoso que ha hecho el proyecto conservador es la cooptación de todas aquellas poses rebeldonas salidas de los sesentas que otrora fueran vistas con desconfianza y hasta angustia por las buenas conciencias aferradas al establishment; resignificándolas en función de su uso simbólico, para mejor conducir su mensaje más allá de los circuitos de los verdaderos beneficiarios del sistema y así ganarse los corazones de la subalternidad desencantada: es así como el conservadurismo se estrenó desde los noventas como un proyecto en apariencia popular (fabricado por y para el beneficio de sectores con intereses anti-populares) que además capitalizaba para sí los usos y sentidos de los símbolos de rebeldía más arraigados en la sociedad, perfilándose como algo “cool”.


Curiosamente, la noción de lo cool había sido sinónimo de rebeldía, puesto que lo que la caracteriza es poner en escena formas o actitudes (nunca contenidos) para desafiar de manera “original” al orden establecido y sus corrientes hegemónicas de símbolos e ideologías –el “ mainstream”-; de forma tal que, se sabe que cuando lo cool se vuelve parte del mainstream, simplemente deja de ser cool. De ahí que las costumbres y los valores de la alta burguesía no hayan pertenecido al desfile de lo cool ; espacio que se reservó el derecho de admitir sólo aquellas expresiones que tomaban partido a favor de mofarse del autoritarismo, la grandilocuencia y la solemnidad tradicionales (el rock, el hippismo, el punk y la psicodelia, fueron algunas de sus expresiones más emblemáticas).


Percatados de ello, los especialistas en manejo mediático y los profesionales en asesoría de imagen, apostaron a remozar la imagen vetusta del capitalismo que se erigía, ahora sí, como proyecto histórico único después del colapso de los socialismos realmente existentes, no mostrando la archirepetida imagen candida de empresarios jugando golf con pantalones y camisas de colores pastel, sino identificando y cooptando aquellas formas de “rebeldía” previamente existentes en la sociedad, en función de crear un discurso/producto capaz de ecualizar las aspiraciones de una subalternidad potencialmente insubordinada, junto con las agendas del empresariado neoliberal.


Es así como durante los noventas proliferaron los manuales de negocios y de administración inspirados en citas de literatura “beat” -popular en los sesentas-; las portadas de las revistas de moda dejaron de mostrar fotos de hermosas artistas en poses sugerentes, mostrando en su lugar fotografías de CEO's y empresarios prósperos –elevados a la categoría de celebridades- ostentando chaquetas de cuero, lentes oscuros y hasta tatuajes, dando exclusivas sobre su primer porro, su grupo de rock favorito y su aburrida historia de trepadores sociales, al tiempo que George Bush padre y Júnior atendían a periodistas en pantalones jeans mientras llevaban a cabo actividades domésticas como limpiar la maleza en sus patios traseros.


Es decir pues, el mensaje era y es: Estimado ciudadano promedio; ellos, los empresarios, se identifican con usted: son trabajadores -igual que usted- , gustan de las cosas simples y silvestres -igual que usted- , sienten indignación y actúan en contra del mal gobierno -igual que usted quisiera- , detestan tener que pagar impuestos –igual que usted-, desconfían de los intelectuales por petulantes, sediciosos, inútiles y afrancesados (afeminados) - igualito que usted lo piensa -, son humildes bajo la omnipotente mirada de Dios –como usted lo es bajo la mirada de todos- y son capaces de conmoverse de las mismas cursilerías que lo conmueven a usted. Sí señor.


El acertado éxito de dicha táctica salta a la vista cuando se observa que, por ejemplo, no son los encumbrados miembros de las refinadas oligarquías quienes defienden con más ahínco el neoliberalismo en los primeros, segundos y terceros mundos, sino los miembros pertenecientes a las capas medias y las clases populares (fue en los estados más pobres de EEUU donde el voto republicano fue más arrollador durante las últimas dos elecciones; y en el tercer mundo, son las clases medias quienes más alto gritan por la preservación de un orden de cosas del cual no son dueñas, sino apenas inquilinas agobiadas por las deudas y la inminente amenaza del despido y del desalojo) quienes han entronizado a más no poder la viscosa sensiblería empresarial que les sirven como pasto desde los departamentos de “recursos humanos” a aquellos que son asalariados, y a los que no, igual se la sirven como regaño en el hogar, o en las iglesias a donde van a caer redondas las agobiadas almas de los excluidos y los malditos.


Es de éste modo que las derechas han ido rellenando el espacio subjetivo de más de veinte años de desbaratamiento sistemático de iniciativas obreras, populares y colectivas que, en el primer mundo datan de las anti-populares eras de Reagan y Thatcher, y en América Latina, y en especial en Guatemala, al inicio de los ochentas, cuando se llevó a cabo la más feroz de las represiones al sindicalismo y los movimientos populares, previo a la transición hacia la “democracia” como modelo político cuyo asfalto sería necesario para dar pie a su vez, en los años noventa, al proceso de ajuste estructural de la economía de claro signo neoliberal.


Es en éste territorio donde trama con vigor nunca antes visto la cultura de aquello que Marx dio en llamar el fetichismo de la mercancía, puesto que opera en la mentalidad como “sentido común” y como trasfondo de práctica humana cotidiana, aparentemente azarosa e inconexa de la relojería que mantiene funcionando al sistema; todo por lo cual valdría la pena hacer un esfuerzo por sacudirse de encima la pasma desmovilizante de las poses cool de la denominada “contracultura”, cuya marca registrada pertenece a los expertos de mercadeo de Madison Avenue en EEUU, así como las recetas bienpensantes de la cooperación internacional y la lógica particularista de las oenegés, para entonces sí intentar explicarse adecuadamente la realidad, a sabiendas que la mejor manera de conocerla y explicarla es transformándola.


www.albedrio.org

5 Comentarios:

  • Las gentes de mente egoísta y mercantilista no descansa nunca y es así que mientras nostros debatimos sobre como son y que hacen ellos reproducen multiplicativamente su pensamiento.

    Todo a travez de sus centros de formación de cuadros y con las campañas propagandisticas en Falsimedia.

    Hay que discutir de todo pero también hay que trabajar combatiendo a los enemigos de la vida y del sistema social en el que cada día hay que avanzar.

    Gerónimo Rodriguez

    Por Anonymous Anónimo, 20 junio, 2006  

  • Totalmente de acuerdo Mario y Gerónimo, la pregunta es ¿Cómo lograr permear este sistema? ¿Es suficiente con entablar enriquecedoras (o estériles) discusiones ontológicas? ¿Es válido incidir utilizando las mismas armas del enemigo (entiéndase: actual sistema electoral)?
    ¿Qué debemos hacer?

    Por Blogger charakotel, 20 junio, 2006  

  • Los neoliberales conservadores no ceden nada y es así que hay que luchar contra ellos por todos los medios.

    Elecciones sí y espacio ganado hay que defenderlos con el poder que dan las armas.

    No digo que combatamos con las armas como sería lo lógico por que Guatemala esta cansada de sangre pero hay que movilizarse en la calle e ideológicamente a todo nivel.

    Guerra sin cuartel, discusiones si pero praxis a la par!


    Saludos desde Maracaibo

    Por Anonymous Anónimo, 21 junio, 2006  

  • A Gerónimo, Charakotel y Lorenzo;

    Los tres apuntan el asunto de manera atinada. Así que me limitaré a acuerpar lo que han dicho con un par de reflexiones:

    Yo también siento que a veces es esteril escribir, armar y desaramar discursos; no obstante es un frente que no hay que abandonar, puesto que es justamente en la elaboración ideológica donde los neopendejos nos han ido comiendo el mandado, y donde durante los últimos veinte años hemos sucumbido ante una suerte de derrotismo satisfecho, rellenado con puras consignas incapaces de conmover a nadie.

    No hay que abandonar el pensamiento audaz. Eso es irrenunciable; como irrenunciable es seguir construyendonos a contrapelo de la falsedad dominante (adonde sea que nos lleve ello).

    Es claro que los objetivos a alcanzar son inciertos, pero no por ello hay que dejar de caminar sobre nuestras propias dudas. Nuestras dudas son, en gran medida, ya la revolución.

    Lorenzo lo dice muy bien cuando intuye la discusión como momento de la práxis, como lo dice el barbas en la onceava tesis sobre Fahuerbach: "Los filosofos hasta ahora se han dedicado a explicar el mundo, de lo que se trata es de transformarlo".

    En esa dirección es que hay que afilar el coco,y en esa misma medida nuestras acciones.

    Este espacio es para ello, para encontrarnos en medio de la fragmentariedad y el desencuentro.

    Abrazote,

    Mario Palomo
    Mateguala Zona 3

    Por Anonymous Anónimo, 30 junio, 2006  

  • Me alegra encontrar este rincon de opiniones con sentido y siendo este mi primer comentario, en medio de este tiempo de guerra y de invasiones fascistas, en medio de desinformación masiva y de medios comprometidos de comunicación, quiero dejar una nota bien irónica:

    "EEUU apoya a Guatemala como miembro no permanente del Consejo de Seguridad de la ONU."

    Ay si como no! Con apoyos como estos uno se imagina que Guate es un pais bien seguro. (con gesto de voltear los ojos y todo...)

    Como es que somos tan peones.

    Por Blogger Garrafal, 01 julio, 2006  

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