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lunes, septiembre 26, 2005

El huracán en casa

Por Carolina Vásquez Araya

Así como Katrina y Rita acaparan pantallas y titulares en el mundo, en casa lo hacen la M18 y la Salvatrucha.

La guerra entre maras es un síntoma de descomposición social. Esta es la sentencia más o menos generalizada, después de los hechos de sangre que han involucrado a estos grupos.

Pero “descomposición social” es un término muy vago. Es como decir que la delincuencia juvenil es culpa de los padres de familia. Por lo menos, esta fue una de las acusaciones lanzadas por el propio ministro de Gobernación hace algunos días, en conferencia de prensa.

Sin embargo, no se pueden clasificar los problemas de un país desde una perspectiva así de simplista. La familia, al igual que el sistema de justicia, a la par de los cuerpos de seguridad, en sintonía con el sistema educativo y junto con las clases políticas, es una institución en crisis.

La crisis de la familia comienza desde el momento que está integrada por ciudadanos carentes de poder y de voz, sometidos a un régimen de abuso de autoridad convertido en tradición y mudos ante los cada vez más obvios casos de impunidad.

Además, la familia no es sólo un padre, una madre y sus hijos, como algunos quisieran creer.

También es familia una mujer abandonada con una prole hambrienta y desprotegida. Y lo es un grupo de niños que vagan por las calles tratando de conseguir como sea un poco de dinero para sobrevivir.

Los estereotipos no resisten un golpe de realidad y eso, Katrina lo demostró con creces. El huracán que asoló la costa del golfo dejó al descubierto la miseria de millones de seres humanos en el país más poderoso del mundo. Y con ello, la debilidad de un sistema que pretende convertirse en la panacea global.

En Guatemala, la guerra entre maras revela algo mucho peor. Deja entrever la cara oculta de la corrupción y el inmenso poder del crimen organizado. Los niños y jóvenes reclutados en estas pandillas han alcanzado niveles de salvajismo difícilmente imputables a un ambiente familiar disfuncional.


Todo lo contrario. Las redes han crecido y se han consolidado al abrigo de organizaciones criminales intocables, protegidas por políticos y funcionarios corruptos capaces de lucrar con la violencia y la impunidad como una manera de enriquecerse, pero también de mantener el control sobre la población gracias a un método alternativo de terror y represión.

La impotencia de la ciudadanía frente a estos desmanes no nace sólo de la inseguridad en que vive, sino también de la certeza de ser víctima de una conspiración en la cual la ley es un instrumento al servicio de secuestradores, narcotraficantes, ladrones, asesinos y violadores, quienes viven en libertad porque la redacción del parte policial tenía un error de ortografía, nadie encuentra al testigo de cargo o se perdió su expediente en los archivos.


Fuente: www.prensalibre.com

2 Comentarios:

  • Es una desgracia grande lo que nos pasa en Guatemala.

    A la juventud se le ve solo para explotarla o para masacrarla.

    Los que todo tienen no dan nada y se cegan en su avaricia sin ver que la miseria es la causa de esta descomposicion social en el pais.

    Yo tengo hijos y veo que en Guatemala no hay oportunidades entonces los hijos se arriesgan a irse de mojados a otro tipo de marginacion en los Estados Unidos. Ahi los maleantes son de grueso calibre y nuestros jovenes se ven obligados a asociarse en grupos que les dan lo que nosotros como pais y sociedad no tuvimos la capacidad de darles.

    Si no se invierte urgentemente en la juventud muy pronto todo estara pedido.

    Hagamos algo y pronto.

    Verena Méndez

    Por Anonymous Anónimo, 28 septiembre, 2005  

  • ¿Necesitamos un borrón y cuenta nueva?

    Por Anonymous Anónimo, 30 septiembre, 2005  

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