El capitalismo como “infancia” y el noliberalismo académico: El sindrome Picapiedras-Jetsons y la defensa del "lapiz"
Por Mario Palomo
(Fragmento de la segunda conversación con Mario Roberto Morales)
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MP: Mario Roberto, pareciera que el enorme esfuerzo por difundir cierta lógica sobre “cómo debe funcionar” el sistema económico y político se ha traducido en una apabullante resonancia del discurso neoliberal, de sus presupuestos y de sus “principios”, y da la sensación de estar ante una ideología sin un contrapeso teórico-práctico. A tal extremo se ha llegado a reducir la complejidad social a una simple naturalización de dichos “principios” –basados en la lógica utilitaria del canon empresarial—, que no queda lugar para salirse de su “sentido común”, de su instrumentalismo. ¿Qué opinión te merece esto?
MRM: Bueno, yo creo que el neoliberalismo es de hecho una ideología empresarial. Por supuesto, los neoliberales rehuyen el término “ideología” y lo remiten a uno a nociones como la de “sentido común”, apelando para ello a lo que llaman “experiencia de la humanidad”, y dicen por ejemplo que la humanidad ha subsistido gracias al intercambio voluntario de bienes y servicios “en libertad”. En otras palabras, el intercambio de bienes y servicios como acto soberano de los seres humanos es la piedra de toque de la civilización. Esto es parte de ese proceso de naturalización ideológica que mencionabas, es decir, de hacer “natural” un proceso económico que es una construcción de grupos de poder. Esta ideología cobra auge después del colapso de la Unión Soviética, cuando se quiebra el eje de la bipolaridad de la guerra fría y cuando los países del Este se convierten en mercados para las corporaciones transnacionales. En ese momento se inicia con fuerza el proyecto globalizador neoliberal, que consiste en hacer de la producción y el consumo actos transnacionalizados. En otras palabras, se puede producir mercancía italiana en la India, o mercancía estadounidense en la China, etcétera. Las plantas productoras se ubican por lo regular en países pobres, porque allí la mano de obra es más barata; y con eso los consumos se focalizan también, ya que ¿en dónde sale más barato sacar el producto hecho en Bangladesh o Indonesia para su consumo? Talvez en América Latina o talvez en Estados Unidos. En fin, se transnacionalizan la producción y el consumo. Pero es una producción y un consumo pautados por los intereses de acumulación corporativos transnacionales y no por los de bienestar de los conglomerados productores y consumidores.
Entonces, digamos, el proceso globalizador es un proceso encabezado por el interés capitalista de orden corporativo; no se trata del interés capitalista de “libre empresa” en el sentido clásico, en el que hay multitud de empresarios de todas las clases sociales y todo el mundo compite con reglas claras, y la cantidad de ricos aumenta, la cantidad de empresarios aumenta. Ocurre sin embargo que, como todos sabemos, el capitalismo lleva indefectiblemente al monopolio, y el capitalismo corporativo es monopólico, es cada vez más monopólico: mientras más se funden las empresas, más centralizado está el poder del capital y su acumulación. Entonces, la globalización, este proceso de transnacionalización de la producción y del consumo, se ha llevado a cabo en razón de intereses corporativos, y no en razón de intereses capitalistas de libre empresa, porque el capitalismo corporativo no es libre empresa, es una forma —la más salvaje— de monopolismo. Este es el problema.
Por otro lado, el discurso neoliberal gira en torno a la idea de que la abolición de las “ataduras” del capital y del mercado, que son las regulaciones que el Estado establece para los flujos de capital, equivale a la condición sine que non de la libre empresa, de la libertad de mercado, por lo que, según los neoliberales, una vez des-regulada la actividad del mercado, todo el mundo se va a volver empresario, todo el mundo va a progresar, y los que no quieran ser empresarios van a tener buenos salarios, y por goteo la riqueza va a llegar a todos. Sin embargo, éste tipo de discurso de “libre mercado” choca brutalmente con la realidad corporativa transnacional, que cada vez es más desnacionalizada, cada vez está más concentrada. El discurso de los neoliberales, sobre todo el académico (o, mejor, universitario), sostiene que las oligarquías atrasadas son un obstáculo para la libre empresa y la libertad de mercado. Cuando dicen esto, ellos están pensando en sí mismos como en empresarios progresistas, inteligentes, actualizados y, por ello, sin escrúpulos morales o éticos cuando se trata de producir y vender lo que sea —armas, drogas, contaminantes, cancerígenos y demás, porque “el consumidor lo pide y el consumidor manda”. No hay nada de problemático con el programa de Marta Susana porque el libre mercado es eso, ¿verdad?, y el consumidor es el que tiene la última palabra: si quiere quita el televisor, si quiere compra esto o aquello, es decir, el ser humano “libre” lo es porque siempre tiene a su alcance las llamadas “opciones” del consumidor. Pero los neoliberales están enarbolando una idea liberal, en el sentido clásico, y ellos se llaman a sí mismos liberales, no les gusta que los llamen neoliberales y que los asocien con prácticas monopolistas, proteccionistas y oligárquicas: a ellos les gusta pensarse a sí mismos como “capitalistas progresistas”, como “empresarios libertarios” que están más allá del atraso de la oligarquía. Pero ¿qué es lo que pasa en la práctica? En la práctica quienes no tienen acceso a capital corporativo se contentan con ser socios minoritarios del mismo cuando ese capital irrumpe en cualquier país, ya sea en los países desarrollados o en los subdesarrollados. Entonces, lo que ocurre en la práctica es que estos empresarios están jugando un papel de fortalecimiento del capitalismo corporativo, ese que convierte absolutamente todo en mercancía bajo la idea de que las leyes del mercado son más “sabias” que las regulaciones estatales y que los criterios éticos y morales remitidos al bienestar de las mayorías; y son más sabias por que “el mercado” sabe cuando subir, cuando bajar, cuando estancarse y colapsar. Así es que ésta “libertad” es una cuyas normas están pautadas por los intereses corporativos, y estos intereses corporativos, pasan recogiendo a estos empresarios académicos que abogan por la libre empresa, que dicen que luchan contra el monopolio, que dicen que luchan contra las oligarquías, que de hecho luchan contra los aranceles, y se los pasan llevando y los hacen formar parte de prácticas monopólicas, como las de Wall Mart, Shell, y tantas otras corporaciones. Esa es una contradicción inmensa en la práctica, y ese es el problema con el discurso neoliberal: que en “teoría” es una cosa y en la práctica es absolutamente otra: en “teoría” a los neoliberales les funciona una lógica discursivo-formalista interna que no se corresponde con la realidad. Ese es el panorama del neoliberalismo en la actualidad, y es la base de los fundamentalismos de mercado que se viven, en el caso de Guatemala, en todo el tinglado institucional y en la difusión propagandística que emana de la universidad Francisco Marroquín.
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(Fragmento de la segunda conversación con Mario Roberto Morales)
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MP: Mario Roberto, pareciera que el enorme esfuerzo por difundir cierta lógica sobre “cómo debe funcionar” el sistema económico y político se ha traducido en una apabullante resonancia del discurso neoliberal, de sus presupuestos y de sus “principios”, y da la sensación de estar ante una ideología sin un contrapeso teórico-práctico. A tal extremo se ha llegado a reducir la complejidad social a una simple naturalización de dichos “principios” –basados en la lógica utilitaria del canon empresarial—, que no queda lugar para salirse de su “sentido común”, de su instrumentalismo. ¿Qué opinión te merece esto?
MRM: Bueno, yo creo que el neoliberalismo es de hecho una ideología empresarial. Por supuesto, los neoliberales rehuyen el término “ideología” y lo remiten a uno a nociones como la de “sentido común”, apelando para ello a lo que llaman “experiencia de la humanidad”, y dicen por ejemplo que la humanidad ha subsistido gracias al intercambio voluntario de bienes y servicios “en libertad”. En otras palabras, el intercambio de bienes y servicios como acto soberano de los seres humanos es la piedra de toque de la civilización. Esto es parte de ese proceso de naturalización ideológica que mencionabas, es decir, de hacer “natural” un proceso económico que es una construcción de grupos de poder. Esta ideología cobra auge después del colapso de la Unión Soviética, cuando se quiebra el eje de la bipolaridad de la guerra fría y cuando los países del Este se convierten en mercados para las corporaciones transnacionales. En ese momento se inicia con fuerza el proyecto globalizador neoliberal, que consiste en hacer de la producción y el consumo actos transnacionalizados. En otras palabras, se puede producir mercancía italiana en la India, o mercancía estadounidense en la China, etcétera. Las plantas productoras se ubican por lo regular en países pobres, porque allí la mano de obra es más barata; y con eso los consumos se focalizan también, ya que ¿en dónde sale más barato sacar el producto hecho en Bangladesh o Indonesia para su consumo? Talvez en América Latina o talvez en Estados Unidos. En fin, se transnacionalizan la producción y el consumo. Pero es una producción y un consumo pautados por los intereses de acumulación corporativos transnacionales y no por los de bienestar de los conglomerados productores y consumidores.
Entonces, digamos, el proceso globalizador es un proceso encabezado por el interés capitalista de orden corporativo; no se trata del interés capitalista de “libre empresa” en el sentido clásico, en el que hay multitud de empresarios de todas las clases sociales y todo el mundo compite con reglas claras, y la cantidad de ricos aumenta, la cantidad de empresarios aumenta. Ocurre sin embargo que, como todos sabemos, el capitalismo lleva indefectiblemente al monopolio, y el capitalismo corporativo es monopólico, es cada vez más monopólico: mientras más se funden las empresas, más centralizado está el poder del capital y su acumulación. Entonces, la globalización, este proceso de transnacionalización de la producción y del consumo, se ha llevado a cabo en razón de intereses corporativos, y no en razón de intereses capitalistas de libre empresa, porque el capitalismo corporativo no es libre empresa, es una forma —la más salvaje— de monopolismo. Este es el problema.
Por otro lado, el discurso neoliberal gira en torno a la idea de que la abolición de las “ataduras” del capital y del mercado, que son las regulaciones que el Estado establece para los flujos de capital, equivale a la condición sine que non de la libre empresa, de la libertad de mercado, por lo que, según los neoliberales, una vez des-regulada la actividad del mercado, todo el mundo se va a volver empresario, todo el mundo va a progresar, y los que no quieran ser empresarios van a tener buenos salarios, y por goteo la riqueza va a llegar a todos. Sin embargo, éste tipo de discurso de “libre mercado” choca brutalmente con la realidad corporativa transnacional, que cada vez es más desnacionalizada, cada vez está más concentrada. El discurso de los neoliberales, sobre todo el académico (o, mejor, universitario), sostiene que las oligarquías atrasadas son un obstáculo para la libre empresa y la libertad de mercado. Cuando dicen esto, ellos están pensando en sí mismos como en empresarios progresistas, inteligentes, actualizados y, por ello, sin escrúpulos morales o éticos cuando se trata de producir y vender lo que sea —armas, drogas, contaminantes, cancerígenos y demás, porque “el consumidor lo pide y el consumidor manda”. No hay nada de problemático con el programa de Marta Susana porque el libre mercado es eso, ¿verdad?, y el consumidor es el que tiene la última palabra: si quiere quita el televisor, si quiere compra esto o aquello, es decir, el ser humano “libre” lo es porque siempre tiene a su alcance las llamadas “opciones” del consumidor. Pero los neoliberales están enarbolando una idea liberal, en el sentido clásico, y ellos se llaman a sí mismos liberales, no les gusta que los llamen neoliberales y que los asocien con prácticas monopolistas, proteccionistas y oligárquicas: a ellos les gusta pensarse a sí mismos como “capitalistas progresistas”, como “empresarios libertarios” que están más allá del atraso de la oligarquía. Pero ¿qué es lo que pasa en la práctica? En la práctica quienes no tienen acceso a capital corporativo se contentan con ser socios minoritarios del mismo cuando ese capital irrumpe en cualquier país, ya sea en los países desarrollados o en los subdesarrollados. Entonces, lo que ocurre en la práctica es que estos empresarios están jugando un papel de fortalecimiento del capitalismo corporativo, ese que convierte absolutamente todo en mercancía bajo la idea de que las leyes del mercado son más “sabias” que las regulaciones estatales y que los criterios éticos y morales remitidos al bienestar de las mayorías; y son más sabias por que “el mercado” sabe cuando subir, cuando bajar, cuando estancarse y colapsar. Así es que ésta “libertad” es una cuyas normas están pautadas por los intereses corporativos, y estos intereses corporativos, pasan recogiendo a estos empresarios académicos que abogan por la libre empresa, que dicen que luchan contra el monopolio, que dicen que luchan contra las oligarquías, que de hecho luchan contra los aranceles, y se los pasan llevando y los hacen formar parte de prácticas monopólicas, como las de Wall Mart, Shell, y tantas otras corporaciones. Esa es una contradicción inmensa en la práctica, y ese es el problema con el discurso neoliberal: que en “teoría” es una cosa y en la práctica es absolutamente otra: en “teoría” a los neoliberales les funciona una lógica discursivo-formalista interna que no se corresponde con la realidad. Ese es el panorama del neoliberalismo en la actualidad, y es la base de los fundamentalismos de mercado que se viven, en el caso de Guatemala, en todo el tinglado institucional y en la difusión propagandística que emana de la universidad Francisco Marroquín.
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11 Comentarios:
El artículo es largo pero muy bueno. Tengo que felicitarlos por presentarnos este tipo de trabajos.
Desde la cacería humana que hubo en Guatemala los intelectuales y pensadores o se fueron o murieron. Ojalá estemos asistiendo a un resurgimiento del pensar en nuestra tierra.
Los neoliberales, se llamen como se gusten llamar son una maquinaria de falsedad. Acaso creen Uds. que ellos se tragan la ahistoricidad o son ignorantes de la contradicción esta de la teoría y la práctica? No hombre! Esta gente sabe perfectamente que es lo que hace y el sistema que reproduce.
La idea a vender es que debe haber "libertad" de poseer (incluso gente), vender o producir pero solo dentro de los limites que ellos mismos se ponen y para esto se recetan los mejores recursos y subvenciones a la hora de parír enanos para de nuevo vendernos lo que es por cualquier razon, nuestro.
Esto lo practican desde Bush hasta los mas novicimos políticos capitalistas de los paises este-europeos. No digamos a nuestros mafio-conservadores oligarcas en Guatemala y Latinoamérica. El asunto del clasisismo es rollo de teoricos, entretenimiento de café y pastel.
Lo más triste es, si no fuese tan trágico habría que reír, es cuando la izquierda ingenua o comparsa juega la vuelta del Toronjil y arrastra con ellos a desesperanzados ciudadanos que se alegran con cualquier posibidad de cambio en cada teatro electoral.
Gracias por sus ideas, sirven para reflexionar nuevas.
Por Anónimo, 27 junio, 2005
Me gustó eso de los "perros de presa". Esos instigadores a sueldo y que dicen tanta mierda solo por la sencilla razón de que el papel aguanta hasta con la mierda. Disculpen mi soltura pero esta gente que anda entre la hedeondera no se sonrojará tan siquiera por mis finos calificativos.
Están ahi contratados o para ser contratados (alquilados). La mayoría coqueteandole al mejor postor. Los hay defensores de sus propios intereses pero estos son los menos.
Lo lamentable es que poblan en porcentaje alto las columnas periodisticas chapinas.
A estos provocadores ya que esto es lo que en primera y última instancia son les cae como brasa en el cutete escritos como la presente conversación ya que aunque informal denota la alta academia y el fundamento cientifico en que los interlocutores se basan.
Adelante
Por Anónimo, 27 junio, 2005
Claro que los "neoliberales" son liberales clásicos. Lo que pasa es que ellos mismos no lo saben. Aquí la única diferencia es en el tiempo y por que apoyan sus pronunciamientos en las modalidades del totalitarimo planetario actual.
No hay pierde pero que importnacia tiene detenernos en todo esto si la tierra se nos esta partiendo en las patas?
Morales tiene razón cuando plantea en otras palabras que el impulso de un regimen de estos o uno que más se le acerque en sus carácteristicas agudizaría en cualquier caso las contradicciones.
Marisol Peña
UCLA
Marisol Peña
Por Anónimo, 28 junio, 2005
Me complace ver que Mario Roberto Morales ha dejado el ataque personal y se ha concentrado mas en asuntos de contenido.
Por Anónimo, 29 junio, 2005
A Roderico, Carlos, Marisol y Roger
“Deacuerdísimo” con todos. Sus comentarios fecundos dan pie para pensar en otras cuestiones, que reclaman a su vez lo mismo que ustedes: agudeza.
1. El neoliberalismo es un enemigo difuso. No se trata de un tótem nuevo, –como algunos creen o quieren creer: desde la izquierda un “nuevo” enemigo, con características “inevitables” y “monstruosas” (¿realismo mágico de izquierda?) y desde la derecha, es una suerte de alquimia capitalista que viene a reformar todos los males que no permitían la realización de la utopía de la sociedad burguesa, donde desde luego, los culpables son todos, y ellos son una suerte de “genio incomprendido”. En ambos casos existen elementos de dogmatismo que insuflan una sensibilidad derrotista –la izquierda- y otra, de triunfalismo idiota –la derecha-.
Las conversaciones entre Mario R. Morales y su servidor, tienen como “secreto acuerdo” –a pesar del tono conversacional- revertir ese dogmatismo y abrir la crítica para todos. Desde luego, padecen un sano sesgo preferencial que aboga por la crítica “despiadada” de carácter anti-sistémico, y es en ese sentido que pretendemos abonar elementos críticos, para todos aquellos que no se tragan el cuento de que éste presente, llevado a sus últimas consecuencias, es nuestro único futuro posible. De ahí que a Roderico le sirva para articular sus ideas con otras y Carlos canalice y le de forma a su bien fundado desprecio por el orden actual y sus apologetas, y que Roger se reencuentre de acuerdo con Mario Roberto, y afirme que su crítica es válida.
En todo caso, creemos que la teoría es un momento necesario de la praxis, y en ese orden de ideas, la teoría es praxis Y aunque el mundo se esté desmoronando a nuestros pies como dice Marisol, no podemos dejar de considerar la teoría, y socializarla. No se trata de interpretar el mundo como diría Marx en su famosa onceava tesis sobre Fahuerbach, lo que nos mueve es transformarlo. No es nuestra intención sentarnos cómodamente a pensar el mundo en una actitud contemplativa, al contrario, esa es precisamente la práctica que deseamos revertir. El orden que rige al mundo nos niega: niega constantemente nuestra humanidad, la destruye, como dice Marisol. Lo nuestro debe ser a cada momento, negar nuestra negación, es decir, afirmarnos (¡la negación de la negación!). El discurso neoliberal, encerrado en su lógica interna sólo es coherente consigo mismo, aunque la realidad sea distinta. Nosotros somos la realidad, y el discurso neoliberal nos niega. La crítica, en ese sentido pertenece a las constelaciones de la lucha en contra de la negación de la humanidad, de nuestra negación.
El carácter difuso del neoliberalismo –que no es más que la radicalización cobarde del capitalismo conocido por todos- reside en que su discursividad y su accionar tienen un doble movimiento: Es coherente consigo mismo, y es incoherente con la humanidad. Es decir, necesita de la gente, y a su vez la hace mierda. De ahí que busque constantemente generar un consenso en donde la gente automatice su propia negación, y se subordine complacientemente al sistema y a su estúpido “sentido común”.
2. Del triunfalismo idiota de la derecha, pues bueno, podemos reírnos, pero solo después de deconstruirlo, de disecar su lógica interna y de hacerla volar hecha pedazos; tarea que no es difícil, pero que no por serlo se deba aplazar. De eso se trata. Parte de la falta de creatividad de la izquierda –últimamente- reside en que vive en una praxis de frases hechas, de verdades inamovibles, de consignas viejas y de solemnidad: la izquierda se ha hecho puritana. Es decir, la izquierda –conste que no todos- actúa como si aún le pasaran “línea”. Eso evidentemente ha cundido sobre la creatividad, sobre la capacidad de crítica, sobre el planteo político, sobre la praxis social, sobre el acercamiento de los distintos sectores de izquierda a la sociedad, etc. En ese sentido, creo que la izquierda actual se puede definir, no por lo que en teoría representa, sino por lo que no es en la realidad (que desde luego, es porque ha dejado de ser): creativa, crítica, digna, incluyente, anti-sistémica, anti-solemne, no-oportunista, etc.
Cuando la izquierda se decida a dejar de lado la pesada carga de bultos innecesarios que lleva en el mecapal, entonces, quizá también se pueda sacudir de encima la solemnidad a la que se ha hecho adicta, la a-criticidad que la mantiene empantanada, y comience a encarar al capitalismo, desde adentro –sin idealizaciones puristas-, no como la fantasmagoría llena de “monstruos” que nos venden a diario y ante la cuál la izquierda sucumbe temerosa, sino como lo que el capitalismo es: una relación social, entre propietarios –barrigones, flatulentos, cornudos, con problemas de próstata, con irritación de temperamento, inseguros, miedosos, cachurecos/fanáticos evangélicos, no muy brillantes, envalentonados –cuando le pegan a la mujer- etc.- y no propietarios.
Mario Palomo
Ciudad de Guatemala
Por Anónimo, 01 julio, 2005
Felicidades a los dos Marios, estas conversaciones son muy sólidas (salvo cuando hacen referencia a la "literatura de los jóvenes", donde han incurrido en las generalizaciones y retintines descalificadores ya típicos)y esclarecedoras, por mucho, para el paisaje ideológico y cultural de Guatemala. Ojalá continúen y sigan deconstruyendo los diveros momentos de la mentira, sin afanes meramente hepáticos, con rigor y con humor, eso me ha gustado,
Un saludo cordial,
alan m
Por Alan, 02 julio, 2005
Excelente artículo, muy buen dibujo de lo que son los marroquinos. Es justo eso, el chavito típico de la marro defiende a capa y escudo los intereses de los dueños de capital, el empresario es divinizado.
Yo tengo una línea de pensamiento un tanto diferente de la de los Marios, pero coincidimos perfectamente en lo nefasto de la formación de la Marroquín y de sus ideólogos, que más son voceros de los intereses de las grandes familias.
Buen blog.
Por José Joaquín, 03 julio, 2005
Puchica Palomo si te echás un articulóte como este tenés también que tener claras unas charaditas de forma.
Si decís los Flinstones y los Jetsons está bien pero si mezclás las lenguas nada que ver.
Tendrías que haber dicho Los Picapiedras y los Supersonicos que es el nombre a como se les conoce en castellano.
A ver si te vas aclarando.
Saludos revolucionarios y antiimperialistas (aunque a alguien le cause alergia) desde Sao Paulo
Por Anónimo, 04 julio, 2005
Muy buena observación la de Franklin. confieso que no soy muy adicto a la tele, y que la metafora "pop" de las caricaturas gringas solo me sirve para estamparle una burla a la a-historicidad neoliberal. Es bueno saber que Franklin estará pegado a la caja boba para corregirme en adelante, es una manera de ser -me imagino- revolucionario y hasta anti-imperialista. Sin embargo el tonito burlón -que conste, no es ofensivo- da pié a que yo haga también una observación, que de hace ratos he querido hacer y que tiene que ver con la cultura de izquierda que se las da de militante:
¿Cómo son los saludos "revolucionarios" y "anti-imperialistas"?, ¿son distintos de los saludos burgueses, u oligarquicos?, ¿difieren de los saludos neoliberales, de los
posmodernos?
¿Son digamos "estructuralmente distintos" de los saludos que le envío a mi sobrinito por correo? ¿O sólo se trata de muecas para autodefinirse como "revolucionario" y "antiimperialista", y de volada "inteligente"?
Por otro lado ¿cómo es que los saludos "revolucionarios" y anti-imperialistas" sacan alergía, llevan implicitos en alguna seña del saludo la revolución, o el anti-imperialismo?
Y de otro costal, -cosa curiosa- esa necesidad del ser de "izquierda" de tenerse que ir afirmando a base de pedirle cuentas a todos -sindrome de inquisidor- por todo lo que al él no le parezca.
¿Cómo se construye la revolución hoy? ¿Con crítica, con acciones, o con el tiempo que uno pasa viendo la tele, o con los saludos autodefinitorios?
A ver si te vas aclarando.
Un abrazo silvestre.
desde la zona 3, cerca del basurero, del barranco y de la mara de la ruedita. Ciudad de Guatemala
Por Anónimo, 04 julio, 2005
Solo es que cuando era patojo miraba tele. Ahora me queda mucho menos tiempo pero aún me gustaría tenerlo para sentarme con mis patojos a ver caricaturas. Es por eso que me acordaba del detalle.
Entendí que era solo un error insignificante y que el contenido del artículo era lo más importante. Leí también el anterior artículo relacionado con este asunto.
Sobre el asunto de la militancia si pienso que hay una apreciación equivocada al asumir que un saludo de determinadas carácteristicas te convierte automáticamente poseedor de una determinada filiación ideológica, política o partidaria.
Los saludos revolucionarios son con sentimiento revolucionario y los antiimperialistas mantienen una identificación aniimperialista, en nuestro tiempo con sentimientos en contra de lo que encarnan los imperialismos actuales. El sentimiento lógicamente debe sustentarse en una práctica y una consecuencia de hechos. No describiré más al respecto de dicha práctica ya que la apreciación es relativa dependiendo de quien lo observe y pienso que no serviría de mucho.
Y por supuesto que son distintos de los saludos burgueses, oligárquicos, neoliberales y posmodernos. Tambíen se diferencian de los saludos que se mandan a un sobrinito por correo.
En el sustento del sentimiento de los saludos se encuentra tambíen la diferencia con cualquier tipo de mueca de autodefinición.
Lo relacionado con la "inteligencia" lo considero nuevamente relativo. No pretendo ni por asomo parecerlo y menos sustentarlo. Digo, lo que yo consideraría es ésta.
Ser de izquierda es un tema aparte y de complejidad tal que no me atrevo a debatír aca. Lo único que se me ocurre es que ser de izquierda no te hace automaticamente inquisidor o afecto a un sindrome. Agregaría que ser de izquierda implica un gigantesco signo de interrogación como a forma de humildad y busqueda constante.
No seré yo quíen diga como se construye la revolción hoy. Creo que es un concepto hoy muy amplío y se forma y conforma en la práctica desde los detalles cotidianos. Es un asunto difícil pero no intangible por completo. No se queda solo en la discución pero por ahí podría empezar.
Lo de los saludos y las aclaraciones menores son algo menos importante aún.
Y por último debo decirte Mario que claro que con tus aporte me voy aclarando, así es.
Desde Sao Paulo en los talleres obreros y las barriadas vivas.
Franklin
Por Anónimo, 06 julio, 2005
Cosa curiosa, cómo con los detalles más infimos, sale a la luz todo lo grande que implica ese difuso, pero permanente y apremiante universo inscrito en el "ser de izquierda" hoy. Lo digo en serio y sin sarcasmo.
Coíncido con Franklin en que ahora no es definible ese significado del "ser" de izquierda, sin embargo, no por ser indefinible, significa ser no existente. Creo que Franklin va por la misma vía.
Lo mio era una joda, una observación -venenosa si se quiere- a esa "cultura de izquierda" de frases hechas y de culto a las consignas y a las personalidades; a esa cultura "católica" de peregrinaciones teatrales sólo para la fechas "históricas" en las que el ser de izquierda chapín se ha autoeclipsado ultimamente. Una entera y absoluta incomprensión de la práctica restitutiva de la memoria. Nada más.
En corto, una crítica a la pseudo-nacionalización de la práxis revolucionaria chapina, que no pasa de retintínes pateticos y remembranzas de infarto en piscina, coronas de flores y "amplias alianzas".
Y ya que iniciamos un dialogo sabroso, y que una cosa lleva a la otra, pues ¿porqué no continuarlo? Talvéz sólo así nos terminemos de encontrar -aunque sea impulsados por la soledad atomística a la que estamos reducidos- y articulemos las cosas que tanto tiempo nos han costado articular.
Creo que eso sería muy bueno, ya lo creo que sí.
Un abrazo Franklin, otro a los que se conmueven y entusiasman, y terminan participando en el blog. Y cómo olvidar, otro al poeta errante que anda en busca de su propia voz, y que le gustan las cosas que dan risa (Alan).
Saludos a todos, sonrientes y con chalecos anti-balas.
mario palomo
zona tripas, corazón y buche.
Guetamala
P.D. Ante la imposibilidad de la oligarquía de generar lazos fuertes de identificación nacional, -producto de su incapacidad para generar empleo-, el barrio del gallito ensaya un proyecto de "aburguesamiento nacional alternativo" y propone la unidad nacional bajo el patrón cultural del reggaetón y otros ritmos que son portadores del sentir popular. La base material se encuentra digamos, en los empleos creados alrededor de la realización de la plusvalía de la producción de drogas en el mercado interno y externo. Esto sin duda alguna deviene en una nueva configuración de la constelación de fuerzas que se despliegan a partir de la emergencia de este nuevo "empresariado" pujante, que se irradia hasta en la organización misma de la sociedad.
Sí Sergio Tischler llamó "Forma finquera de Estado" a la sintesis que hacía el Estado del eje sobre el cuál descansaba la reproducción social hasta Ubico ¿podríamos llamarle a ésta nueva emergencia de forma de reproducción social "La forma marera de Estado"? Quizá no, pero deja en qué pensar.
Ya me hago sho, Adiós
Por Anónimo, 06 julio, 2005
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