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lunes, mayo 15, 2006

Cambio educativo y propuesta indecente

Por Mario Roberto Morales

El proyecto de hacer una reforma educativa surgió de los acuerdos de paz de 1996. Pero en vez de acatar el adquirido compromiso estatal de realizar una transformación curricular que atendiera el carácter multicultural del país para que así los educandos aprendieran a transformar su realidad en lo local, lo regional y lo nacional, el Mineduc contrató asesores extranjeros para que diseñaran un currículo estandarizado que uniformizara las especificidades interculturales, de acuerdo a los tres ejes estratégicos -productividad, competitividad y ciencia y tecnología- prescritos por Empresarios por la educación (CIEN 10-2003) para ser inculcados a docentes y estudiantes mediante contenidos y técnicas conductistas.

Cuando se publicó el documento citado, la ministra de educación fungía como directora del CIEN, entidad privada al servicio del CACIF, la agrupación del empresariado oligárquico. A quien le interese conocer el planteo original de la reforma educativa que fue asumido como compromiso de Estado, así como lo que dejó de hacer el gobierno anterior al respecto, y la manera en que la actual ministra ha retorcido las disposiciones originales convirtiéndolas en medidas preparatorias para la privatización de la educación pública y en puntuales respuestas a las exigencias educativas del TLC, lo remito al documento Reforma educativa versus contrarreforma educativa, del FNL (que puede solicitarse a
estamosdefrente@yahoo.com).

Para comprender el carácter conductista y light de la actual reforma educativa, hay que relacionarla con la ideología de "GuateÁmala" (fingir optimismo y dicha), recordando que la actual ministra de educación y el empresario Emilio Méndez fueron los que primero acudieron al canadiense Bruce Mau (
www.brucemaudesign.com) para que les diseñara "el país con el que los guatemaltecos soñarán dentro de diez años" (Siglo Veintiuno 28-9-04). También hay que relacionarla con el Plan de desarrollo cultural a largo plazo, del Ministerio de Cultura y el Banco Mundial (2005), el cual propone, entre otros asuntos, lo que ya vaticinaba yo en mi libro La articulación de las diferencias o el síndrome de Maximón (FLACSO 1999, Consucultura 2002): que la gestión turística de las culturas y sitios indígenas la haga el Ministerio de Cultura (que también es "de Deportes" y que pronto será "de Turismo"), con lo que este gobierno, del que la empresaria Rigoberta Menchú es "Embajadora de Buena Voluntad por los Acuerdos de Paz", conecta su política "cultural" con su política "educativa" para cumplir, haciendo gala del gran "espíritu creativo y emprendedor" de los "triunfadores" de "GuateÁmala", con las exigencias del TLC.

No se trata de oponerse al "cambio educativo", sino a su carácter conductista, tecnocrático y privatizador, propugnando por una reforma científica, intercultural y democrática. Por ello rechazo el indecente confite que me ofrece un asistente de la ministra en una de sus oficiosas "respuestas" (vacías de contenidos) a mis planteos, cuando dice (elPeriódico 1-5-06), refiriéndose a las "listas preautorizadas" (sic) de textos escolares que el ministerio pretende imponer a maestros y planteles inhibiendo así su libertad pedagógica y su responsabilidad cívica de formar seres críticos y libres: "Estoy seguro que (sic) cuando el Ministerio implemente el sistema propuesto, textos como los que usted ha publicado para la juventud, por ejemplo La libertad y el deber (Curso de moral, ética profesional y relaciones humanas) (Consucultura, 2002) (sic), serían incluidos en la lista".

Debo rechazar el indecente confite con el que pretende callarme, pues si el asistente cree que mi crítica a la reforma educativa neoliberal busca que el Mineduc promueva los libros escolares de mi autoría, me juzga por su condición mercantilista. Pero, ya que los menciona, lo insto a que lea, además de La libertad y el deber, también Ser y pensar (curso de filosofía), Las palabras y los hechos (curso de literatura hispanoamericana) y Guatemala intercultural (curso de estudios sociales), y me indique si hay mejores libros de su tipo en el mercado, así los leo, ya que me hallo mejorando las mediaciones pedagógicas del enfoque intercultural, cívico y constructivo de mis obras, para dotarlas de mayor excelencia teórica y más profundo nivel de investigación académica. Aunque "el león cree a todos de su condición" (y este leoncito lo cree con lujo de histeria), espero que si ahora responde lo haga partiendo de conocimientos concretos y con algo más de decencia.


www.albedrio.org

lunes, mayo 01, 2006

Un conductor auténtico

Por José Barnoya

Hace más de un siglo y medio, los obreros agobiados por una injusta jornada laboral de 16 horas decidieron poner fin a ese calvario, y fue por eso que un grupo decidió hacer la propuesta de los Tres Ochos: ocho horas de trabajo, ocho horas de reposo y ocho horas de esparcimiento; propuesta que brincó de Nueva Zelanda a Australia, luego a Londres para luego saltar el charco atlántico y llegar a Filadelfia y Boston. Fue así como hace 119 años -luego de una intensa campaña- los obreros de Maryland, San Luis y Chicago decidieron salir la calle un primero de mayo reclamando justicia y buen trato laboral. Seis muertos y varios heridos fue el resultado de la lucha desigual entre trabajadores por un lado, y rompehuelgas y policías por el otro. Un año más tarde los líderes: Parsons, Spies, Engel y Fischel fueron ahorcados en la prision de Chicago, iniciándose así la conmemoración del Día del Trabajo cada primero de mayo.

Como aquí todo llega tarde y sucede al revés llegó primero en 1878 el reglamento para la protección de los animales, y no fue sino hasta en 1906 que se promulgó la ley para la protección de los obreros. Fue con la alborada de Octubre del 44 que se celebró como Dios manda el Día del Trabajo, cuando un primero de mayo llegó hasta el Templo de Minerva la inmensa figura del Maestro Arévalo para confundirse en un abrazo sincero con los trabajadores que, dos años después recibieron del presidente el Código del Trabajo.

Recuerdo bien el Día del Trabajo de 1954. La algarabía de las bandas de música anunciaba el desfile. Filas de ocho en fondo formadas por obreros con pancartas, campesinos flanqueando carrozas festivas, brazos entrelazados, puños en alto, manos aplaudiendo y voces aclamando. Salió entre la multitud un líder que empezó a hablar con voz pausada y tranquila. Bajo, colocho el pelo, blanca la camisa y azul el pantalón, había dejado por un momento su curul en el congreso para solidarizarse con el pueblo; la misma curul que le servía para presentar mociones justas y no para dormitar; el escritorio en donde guardaba proyectos y propuestas, y no franquicias y doble-sueldos vergonzosos.

Después de hacer en nombre de los trabajadores las peticiones al Gobierno, humilde y honesto, valiente e inclaudicable, después de mitigar el hambre y la sed con un pan con curtido y un vaso de horchata, se integró a la multitud obrera y campesina.

Con la debacle revolucionaria fue de los últimos en buscar asilo. Desde el exilio siguió luchando con tenacidad y valentía por el obrero, el campesino y el maestro con manos limpias, mente clara y voz firme, hasta que un mar embravecido, injusto y desalmado se lo tragó para siempre.
Así terminó su ingente tarea el honesto profesor Víctor Manuel Gutiérrez, el más auténtico conductor y el más cumplido de los maestros.

Fuente:
www.sigloxxi.com